El hombre ha sido hecho para buscar y encontrar el infinito

Mensaje de Benedicto XVI para el XXXIII Meeting de la Amistad entre los Pueblos

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Por Antonio Gaspari

RIMINI, Domingo 19 agosto 2012 (ZENIT.org) – «Decir que la naturaleza del hombre es una relación con el infinito, es decir que cada persona fue creada a fin de que pueda entrar en diálogo con Dios». Así comienza el mensaje que Benedicto XVI envió al obispo Francis Lambiasi, obispo de Rimini, en la inauguración de la XXXIII edición del ‘Meeting’ de la Amistad entre los Pueblos.

Inspirado por el tema elegido por los organizadores: “La naturaleza del hombre en relación con el infinito”, el papa señaló que «hablar del hombre y de su deseo de infinito significa, en primer lugar, reconocer su relación constitutiva con el Creador». Debido a que «el hombre es una criatura de Dios», y aún hoy en que la palabra «criatura» parece estar fuera de moda, está claro que «permanece en el hombre el deseo ardiente» de este diálogo con el Creador.

Según el pontífice, la tensión hacia el infinito «es indeleble en el corazón del hombre» y, aún cuando «niega o rechaza a Dios, no desaparece la sed de infinito que habita en el hombre». El problema surge en lo que Benedicto XVI ha llamado «búsqueda desesperada y estéril, de falsos infinitos», es decir, «en las drogas, en una sexualidad vivida de una manera desordenada, en las tecnologías que lo abarcan todo, en el éxito a cualquier precio, incluso en las formas engañosas de religiosidad».

El Obispo de Roma explicó que «incluso las cosas buenas que Dios ha creado como caminos que conducen a Él, a menudo corren el riesgo de ser absolutizadas y por lo tanto convertirse en ídolos que reemplazan al Creador». Para llegar al verdadero infinito, se debe «seguir un camino de purificación –dice el papa–, un camino de conversión del corazón y de la mente. Se deben eliminar todas las falsas promesas de infinito que seducen al hombre y lo convierten en un esclavo».

Y añade que «para encontrarse verdaderamente a sí mismo y la propia identidad, para vivir a la altura de nuestro propio ser, el hombre debe volver a reconocerse criatura, dependiente de Dios.»

En la segunda parte del mensaje, el santo padre Benedicto XVI explicó que Dios es tan bueno que ha encontrado una manera para que el infinito puede alcanzar al hombre, a través de una forma finita. «Desde la Encarnación –dice–, desde el momento en que el Verbo se hizo carne, se ha eliminado la distancia insalvable entre lo finito y lo infinito: el Dios eterno e infinito de Dios ha dejado su cielo y ha entrado en el tiempo, se ha sumergido en la finitud humana».

El descenso de Jesús a la tierra nos demuestra que «nada es trivial o insignificante en el camino de la vida y del mundo». «El hombre –escribe el papa–, fue hecho por un Dios infinito que se hizo carne, que asumió nuestra humanidad para atraerla a la altura de su ser divino». Por ello, subrayó, «No debemos tener miedo de lo que Dios nos pide a través de las circunstancias de la vida. (…) El Señor, llamando a algunos a vivir totalmente para Él, convoca a todos a reconocer la esencia de la naturaleza misma del ser humano: hecho para el infinito».

Benedicto XVI concluyó diciendo que a «Dios le interesa nuestra felicidad, nuestra plena realización humana» y ha alentado a «entrar y permanecer en aquella mirada de fe que caracterizó a los santos, a fin de poder descubrir las semillas de bien que el Señor esparce a lo largo del camino de nuestra vida, y cumplir con alegría con nuestra vocación».

(Trad.: JAVV)

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ZENIT Staff

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