El Santo Padre regala un evangelio a los presentes en el ángelus

Son distribuidos por personas ‘sin hogar’. El Papa agradece también a los napolitanos, por la acogida que le dieron

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 El papa Francisco este domingo, después de la oración del ángelus, aprovechó para agradecer a los napolitanos la acogida que le han dado este sábado durante su visita. Y regaló un evangelio a cada uno de los presentes, los cuales fueron distribuidos por personas ‘sin hogar’.

“Ahora, repetiremos un gesto –dijo el Papa a los miles de peregrinos presentes– que ha hicimos el año pasado. Según una antigua tradición de la Iglesia se entrega en la Cuaresma, el evangelio a quienes se preparan al bautismo. Así hoy les ofrezco a quienes están en la plaza, un regalo: un evangelio de bolsillo”.

Añadió que el mismo “será distribuido gratuitamente por algunas personas sin fija demora que viven en Roma”. Consideró esto “un gesto muy lindo que le gusta a Jesús: los más necesitados son aquellos que nos regalan la palabra de Dios”.

A los presentes les invitó entonces a tomar “este evangelio, para que uno pueda llevarlo en la cartera, en el bolsillo”. E instó a “leerlo con frecuencia, un pasaje, un párrafo cada día, la palabra de Dios es luz para nuestro camino”. Y concluyó: “Nos hará bien, hacedlo. 

El Santo Padre recordó además el viaje apostólico que realizó este sábado: “Ayer estuve en Nápoles, en visita pastoral. Quiero agradecer –dijo el Papa– la calurosa acogida de todos los napolitanos, que son tan buenos, muchas gracias”. El Santo Padre inició su visita en esta región del sur de Italia, en el santuario de Nuestra Señora de Pompeya, en donde rezó en silencio y recitó una antigua oración.

Después fue al barrio periférico de Scampía, en donde recordó que ‘Todos somos inmigrantes e hijos de Dios’. Añadió que el trabajo en negro es explotación y que sin trabajo aunque haya asistencias que den comida, no hay dignidad.

A continuación celebró la santa misa en la Plaza del Plebiscito. Allí pidió ‘Apostar en la misericordia de Dios’; que cada parroquia y cada realidad eclesial se vuelva el santuario para quien busca a Dios; y casa acogedora para los pobres, los ancianos, ya todos los que se encuentran en necesidad.

Poco después del medio día, el Pontífice estuvo en la prisión de Poggioreale, donde comió con los reclusos y respondió a sus preguntas.

El Pontífice siguió su visitaen la catedral de Nápoles, en donde se repitió el prodigio de San Jenaro. Allí estaban los sacerdotes, religiosos y consagrados de la ciudad. A ellos les invitó a dar testimonio de Jesús, y a practicar bien la pobreza evangélica. Después fue a la Iglesia nueva de Jesús y estuvo con varios cientos de enfermos y ancianos.

Poco después concluyó su visita en el encuentro con los jóvenes en el Paseo Marítimo. Recordó que los jóvenes son la fuerza y los ancianos la memoria.

Al concluir el ángelus les deseó a todos «que tengan un buen domingo. Y por favor, no se olviden de rezar por mi”. Y concluyó con su ya famoso “buon pranzo e arrivederci”.  

(Leer el texto completo del ángelus)

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ZENIT Staff

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