(ZENIT – 10 sept. 2019).- El avión de regreso del viaje pontificio a Mozambique, Madagascar y Mauricio, despegó hoy, 10 de septiembre de 2019, desde Antananarivo, Madagascar, a las 9:40 de la mañana, hora local (8:40 h. en Roma).
Así, el Papa Francisco ha puesto final a un viaje a África que comenzó el 4 de septiembre y en el que el ha visitado los tres citados países. Este periplo no constituye la primera visita de Francisco al continente africano, pues previamente ha estado en Egipto, Kenia, Uganda, la República Centroafricana y Marruecos.
Por otra parte, entre 1988 y 1989, en varias expediciones, Juan Pablo II acudió también a los tres países africanos mencionados.
Mensajes del Papa
Durante este viaje, el Santo Padre ha pronunciado en total 4 homilías, 8 discursos y 2 saludos, con un programa cargado de actos. A través de ellos, ha transmitido los distintos mensajes para cada uno de los pueblos que ha visitado.
En Mozambique, país que se encuentra aún inmerso en un dilatado proceso de paz, el Papa ha confirmado y animado a los mozambiqueños en su deseo paz y reconciliación. En Madagascar, una de las cinco naciones más pobres del mundo, el de la esperanza en la justicia social. Y, finalmente, en Mauricio, territorio que ostenta uno de los ingresos per cápita más altos de África, el Pontífice ha hablado de promover una política económica orientada hacia las personas.
Ceremonia de despedida
Esta mañana, después de celebrar la Misa en privado, el Obispo de Roma dejó la Nunciatura Apostólica de Antananarivo. Antes de trasladarse en coche al aeropuerto para la ceremonia de despedida, saludó al personal de la residencia, a los benefactores, a los amigos de la Representación Pontificia y a una docena de ancianas pobres que representan a las personas asistidas por la Nunciatura cada viernes.
A su llegada al aeródromo a las 8:50 de la mañana, hora local (7:50 h. en Roma), el Pontífice fue recibido por el presidente de la República de Madagascar, Andry Rajoelina, y por su esposa a la entrada del Pabellón Presidencial, donde tuvieron una breve conversación.
A la salida del Pabellón, el Papa saludó a los obispos malgaches y se dirigió al avión. Allí estaban congregadas unas 300 personas para decir adiós al Papa Francisco y un coro ha acompañado el acto.
Después de saludar a los obispos y de cruzar el pasillo de la Guardia de Honor, el Papa se ha despedido del presidente y de su consorte y ha subido a la aeronave de su vuelo papal, que tiene previsto llegar a Roma a las 19 horas.
Regalos para la Nunciatura de Madagascar
El Santo Padre ha ofrecido una Medalla del Viaje Apostólico como regalo a la Nunciatura Apostólica de Madagascar.
En el espacio de la izquierda de la medalla hay una imagen del Baobab, símbolo de Mozambique, flanqueada por la fecha en latín del Viaje Apostólico. A la derecha está la Palma del Viajero, emblema nacional de Madagascar, y junto a ella el mar y una parte del sol, que hace referencia al Océano Índico, que baña las costas de los tres países, y al clima tropical.
En el centro está la Cruz, rodeada de rayos; un «Paille-en-queve», el ave símbolo nacional de Mauricio, vuela hacia ella; en la parte inferior se presenta el texto en latín relativo al Viaje Apostólico.
Mosaico del pontificado
El Pontífice también ha regalado a la Nunciatura un mosaico que representa el escudo de armas de su pontificado. En la parte superior del mismo se encuentra el símbolo de la Compañía de Jesús, compuesto de un sol radiante y ardiente, en el que se encuentra el acrónimo IHS y, sobre él, una cruz con tres clavos en su base.
El acrónimo IHS puede interpretarse como Iesus Hominum Salvator (Jesús, Salvador de la Humanidad), o In Hoc Signo (Vinces), de la memoria constantiniana. Posteriormente los jesuitas lo consideraron como Habemus Iesum Socium (Tenemos a Jesús como Compañero) y Societas Iesu Humilis (Sociedad Humilde de Jesús).
Además del símbolo de la Compañía de Jesús, se localizan una estrella, que simboliza a la Virgen María, y la flor de nardo, que en la iconografía hispana alude a la castidad de san José.
El lema que acompaña al escudo de armas del Papa Francisco, Miserando atque eligendo, constituye un homenaje a la misericordia divina. Está tomado de las homilías de san Beda el Venerable, que comentando el episodio evangélico de la vocación de san Mateo, escribió: “Jesús vio al publicano y, porque lo amó, lo eligió, y le dijo: Sígueme”.