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Francisco a las Obras Misionales Pontificias: evangelizar es un deber de todos los fieles

Un encuentro con la plenaria de la OMP, que se realiza en el centenario de la fundación de la Pontificia Unión Misionera

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(ZENIT – Roma).- El santo padre Francisco agradeció este sábado en el Vaticano a los participantes en la Asamblea de las Obras Misionales Pontificias, el precioso servicio a la misión de la Iglesia que es “llevar el Evangelio a toda criatura”.
Acompañados por el cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, en la audiencia realizada en la Sala Clementina, les deseó que «en este Año Santo de la Misericordia, el ardor misionero que consumía al beato Paolo Manna –y del que surgió la Pontificia Unión Misionera– aún hoy siga haciendo arder, apasionar, renovar, repensar y reformar el servicio que esta Obra está llamada a ofrecer a la Iglesia entera”.
Un encuentro, explicó el Papa, que se realiza en el centenario de la fundación de la Pontificia Unión Misionera (PUM), la cual fue aprobada por el Papa Benedicto XV el 31 de octubre de 1916; mientras cuarenta años después, el Venerable Pío XII la volvió “Pontificia”. Explicó también que con la mediación de la Sede Apostólica, el Espíritu Santo condujo a la Iglesia a tener cada vez más conciencia de su propia naturaleza misionera, lo que Concilio Ecuménico Vaticano II llevó a su madurez.
Y deseó «que la pasión por Dios y por la misión de la Iglesia lleve también a la Pontificia Unión Misionera a «repensarse nuevamente, en la docilidad del Espíritu Santo», para que realice «una adecuada reforma de sus modalidades de actuación» destinada «a la formación permanente para el bien de la misión de todas las Iglesias». Porque, dijo Francisco, la Unión Misionera tiene la tarea de iluminar, inflamar y trabajar organizando a los sacerdotes, y mediante ellos a todos los files, en favor de las misiones, tal como lo expresó su fundador en 1936.
Reconoció entretanto que formar en la misión a los obispos y sacerdotes no significó reducir esta Unión a una realidad simplemente clerical, sino a sostener a la jerarquía en su servicio misionero de la Iglesia que es propio de todos: fieles y pastores, casados o consagrados, Iglesia universal e Iglesias particulares.
A los queridos directores nacionales de las Obras, el Santo Padre reiteró que la misión mantiene a la Iglesia fiel a la voluntad salvífica de Dios y les invitó a un generoso trabajo de formación permanente en la misión, dirigido a todos los fieles laicos, pastores, Iglesias antiguas y jóvenes, representa el corazón de su empeño, desarrollado con la intención de servir y alimentar la identidad misionera de toda la Iglesia.
“A la Virgen María, Reina de las Misiones –concluyó el Papa– a los santos Pedro y Pablo, a san Guido María Conforti y al beato Paolo Manna encomendamos con gratitud su servicio”.

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ZENIT Staff

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