Francisco: 'la Iglesia no puede ser indiferente a las necesidades del prójimo'

El Santo Padre enví­a un mensaje a los fieles brasileños con motivo de la Campaña cuaresmal de Fraternidad promovida por la Conferencia Episcopal de Brasil

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La Cuaresma es tiempo de preparación a la Pascua: tiempo de penitencia, oración y caridad, tiempo de renovar nuestra vida, identificándonos con Jesús a través de su donación generosa a los hermanos, especialmente a los más necesitados. Así lo recuerda el santo padre Francisco en su mensaje a los fieles brasileños con ocasión de la 52ª Campaña cuaresmal de Fraternidad promovida por la Conferencia Episcopal de Brasil, que este año lleva por lema: “Fraternidad: Iglesia y sociedad”, con el eslogan “He venido para servir”.

De este modo, el Papa explica que la Iglesia, no puede ser indiferente a las necesidades del prójimo porque “las alegría y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de hoy, sobre todo de los pobres y de todos los que sufren, son también las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los discípulos de Cristo”.

¿Y qué hacer?, se pregunta el Papa. “Durante los cuarenta días en los que Dios llama a su pueblo a la conversión, la Campaña de Fraternidad quiere ayudar a profundizar, a la luz del Evangelio, al diálogo y la colaboración entre la Iglesia y la Sociedad –propuesta por el Concilio Vaticano II– como servicio de construcción del Reino de Dios, en el corazón y en la vida del pueblo brasileño”.

Asimismo, recuerda que la contribución de la Iglesia, en el respeto de la laicidad del Estado, y sin olvidar la autonomía de las realidades terrenas, “encuentra forma concreta en su Doctrina Social, con la que quiere ‘asumir evangelicamente y de la perspectiva del Reino, las tareas prioritarias que contribuyen a la dignificación del ser humano y trabajar junto a los otros ciudadanos e instituciones por el bien del ser humano”.

Pero esto, advierte el Papa, no es una tarea exclusiva de las instituciones: “cada uno debe hacer su parte, y comenzar por su casa, su trabajo, por las personas con las que se relaciona. Y concretamente debemos ayudar a los más pobres y necesitados”.

A propósito ha recordado que “cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo” sobre todo sabiendo acoger “porque cuando somos generosos en el acoger una persona y compartimos algo con ella –un poco de comida, un lugar en nuestra casa, nuestro tiempo– no solo no nos hacemos más pobres, sino que nos enriquecemos”.

Finalmente, pide el Papa, «hagamos un examen de conciencia sobre el compromiso concreto y efectivo de cada uno de nosotros en la construcción de una sociedad más justa, fraterna y pacífica». De este modo, el Papa indica que «cuando Jesús nos dice ‘he venido para servir’ nos enseña la síntesis de la identidad del cristiano: amar sirviendo».


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ZENIT Staff

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