Francisco: la plena comunión no significa sumisión del uno al otro

El Santo Padre participa en la Divina Liturgia en la iglesia patriarcal de San Jorge en Estambul presidida por el patriarca ecuménico de Constantinopla

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Francisco y el patriarca Bartolomé I, Pedro y Andrés, se han reunido de nuevo esta mañana de domingo en la iglesia patriarcal de San Jorge en Estambul para la Divina Liturgia. Ha sido en el mismo lugar en el que ayer se celebró la oración ecuménica, y en la que Francisco pidió al patriarca que le bendijera a él y a Iglesia de Roma, se inclinó ante él y Bartolomé le besó la cabeza. Al finalizar la celebración de este mañana, ambos, en sus discursos, han hecho un llamamiento a la plena unidad de las iglesias.

La última jornada del viaje apostólico del santo padre Francisco a Turquía ha comenzado con la celebración en privado de la santa misa en la Representación Pontificia de Estambul. Después, allí mismo, se ha reunido con el gran Rabino de Turquía Isak Haleva durante 15 minutos en los que han hablado en español. A continuación, se ha dirigido en coche hasta el Patriarcado Ecuménico para la Celebración de la Divina Liturgia en la iglesia de San Jorge en el Fanar, con ocasión de la Fiesta litúrgica de san Andrés. 

El Papa ha llegado a las 8.30 hora local, allí la Divina Liturgia de san Juan Crisóstomo ya había comenzado en presencia del patriarca, Bartolomé. Francisco ha seguido toda la celebración con gran atención, en un puesto a la izquierda del altar, con una estola roja. En el momento correspondiente de la celebración, el Santo Padre ha recitado el Padre Nuestro en latín. Además, en el momento de la paz, Bartolomé se ha acercado hasta él para el abrazo de paz.

Al finalizar, tanto el Santo Padre como Bartolomé han pronunciado sus discursos.

El patriarca, tras agradecerle al Papa su presencia, ha afirmado que aún conserva fresco en el corazón el recuerdo del viaje a Tierra Santa con ocasión de los 50 años del histórico encuentro entre el papa Pablo VI y el patriarca ecuménico Athenágoras. Aquel encuentro, ha observado el patriarca, cambió la dirección del curso de la historia: «los paralelos y algunas veces enfrentados caminos de nuestras Iglesias se encontraron en la visión común del descubrimiento de la pérdida de su unidad, el amor congelado ha vuelto a inflamarse y fue acelerada nuestra voluntad de hacer todo lo que esté de nuestra parte para que de nuevo se edifique nuestra comunión en la misma fe y en el Cáliz común». Y desde entonces se abrió la vía de Emmaús, vía probablemente larga y algunas veces escabrosa, pero sin retorno, ha indicado Bartolomé I.  
Tal y como ha recordado el patriarca en su discurso, según la costumbre instituida ya desde hace décadas por parte de las Iglesias de la Antigua y Nueva Roma, representaciones oficiales de ambas intercambian visitas durante la fiesta patronal de cada una de ellas, para demostrar la hermandad carnal de los dos apóstoles. Haciendo mención del trabajo hecho por sus precedesores, el patriarca ha afirmado que «nuestra obligación no se limita en el pasado, sino que se extiende sobre todo y, especialmente en nuestros días, en el futuro».
Por otro lado, ha indicado que «nuestra visión dirigida al hoy no puede evitar nuestra agonía también para el mañana». A propósito ha señalado que «mientras todo el tiempo que nos ocupamos con nuestras contradicciones, el mundo vive el temor de la supervivencia, la agonía del mañana».
Y así, ha afirmado que muchos ponen hoy sus esperanzas en la ciencia, en la política, en la tecnología. «Pero ninguna de estas puede garantizar el futuro si el hombre no adopta la llamada de la reconciliación, del amor y de la justicia; la llamada de la aceptación del otro, del diferente, aún también del enemigo», ha señalado Bartolomé. Y la predicación de la Iglesia de Cristo, debe aplicarla en primer lugar para sí misma, por eso urge «el camino hacia la unidad de los que invocan el nombre del gran Pacificador».
A Francisco le ha dicho que en su breve recorrido como Pontífice se ha mostrado «como predicador del amor, de la paz y de la reconciliación», «predicáis con vuestras palabras, pero sobre todo y principalmente con vuestra simplicidad, humanidad y amor hacia todos».
Además –ha precisado– ofrecéis a vuestros hermanos ortodoxos la esperanza que en vuestros días el acercamiento de nuestras dos grandes y antiguas Iglesias se continuará, basándose sobre los firmes fundamentos de nuestra común tradición.
Por otro lado, el patriarca Bartolomé ha recordado que la iglesia de la ciudad de Constantino tiene la responsabilidad de la coordinación y de la expresión del consenso de las iglesias ortodoxas locales. Y dentro de esta responsabilidad trabajan en la preparación del Concilio de la Iglesia Ortodoxa, en el 2016. Las comisiones responsables trabajan ya febrilmente para la preparación de este gran evento en la historia de la Iglesia Ortodoxa, por el éxito del cual «pedimos también vuestras oraciones». Rezamos  –ha añadido– que una vez restablecida la plena comunión entre ellas no tarde en resurgir también este gran e ilustre día. Al finalizar, el patriarca ha observado que la unidad por la que se comprometen «se realiza ya en algunas regiones, desgraciadamente, a través del matririo».

A continuación, el papa Francisco ha tomado la palabra. Y así ha iniciado afirmando al patriarca que «encontrarnos, mirar el rostro el uno del otro, intercambiar el abrazo de paz, orar unos por otros, son dimensiones esenciales de ese camino hacia el restablecimiento de la plena comunión a la que tendemos». El Santo Padre ha observado que no es casualidad que el camino de la reconciliación entre católicos y ortodoxos haya sido inaugurado por el encuentro y el abrazo entre el patriarca ecuménico Atenágoras y el papa Pablo VI, hace cincuenta años en Jerusalén. Además, Francisco también ha recordado que hace unos días fue la celebración del quincuagésimo aniversario de la promulgación del Decreto del Concilio Vaticano II sobre la búsqueda de la unidad entre todos los cristianos, Unitatis redintegratio. Documento que afirma que es de suma importancia conservar y sostener el riquísimo patrimonio de las Iglesias de Oriente, no sólo por lo que se refiere a las tradiciones litúrgicas y espirituales, sino también a las disciplinas canónicas, que regulan la vida de estas Iglesias. A propósito, el Santo Padre ha reiterado el respeto de este principio como condición esencial para el restablecimiento de la plena comunión, «que no significa ni sumisión del uno al otro, ni absorción, sino más bien la aceptación de todos los dones que Dios ha dado a cada uno».
Quiero asegurar –ha afirmado el Papa– que para alcanzar la plena unidad, la Iglesia Católica no pretende imponer ninguna exigencia, salvo la profesión de fe común, y que estamos dispuestos a buscar juntos, a la luz de la enseñanza de la Escritura y la experiencia del primer milenio, las modalidades con las que se garantice la necesaria unidad de la Iglesia en las actuales circunstancias. Pero sí ha añadido que lo único que la Iglesia Católica desea, y que «yo busco como Obispo de Roma, ‘la Iglesia que preside en la caridad'», es la comunión con las Iglesias ortodoxas.
Por otro lado, el Pontífice ha recordado que «en el mundo hay demasiadas mujeres y demasiados hombres que sufren por grave malnutrición, por el creciente desempleo, por el alto porcentaje de jóvenes sin trabajo y por el aumento de la exclusión social, que puede conducir a comportamientos delictivos e incluso al reclutamiento de terroristas». No podemos permanecer indiferentes ante ello, ha advertido. Una segunda voz que clama a la que se ha referido el Papa son las víctimas de los conflictos. Voz que aquí resuena con fuerza, «porque algunos países vecinos están sufriendo una guerra atroz e inhumana». Voz que «nos impulsa a avanzar diligentemente por el camino de reconciliación y comunión entre católicos y ortodoxos». Y una tercera voz que nos interpela es la de los jóvenes. Las nuevas generaciones –ha advertido– nunca podrán al
canzar la verdadera sabiduría y mantener viva la esperanza, «si nosotros no somos capaces de valorar y transmitir el auténtico humanismo».
Son precisamente los jóvenes, ha finalizado el Papa, «los que hoy nos instan a avanzar hacia la plena comunión», «no porque ignoren el significado de las diferencias que aún nos separan, sino porque saben ver más allá, son capaces de percibir lo esencial que ya nos une».

Discurso completo del patriarca aquí

Discurso completo del Santo Padre aquí

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Staff Reporter

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