Monseñor Romero, pastor y mártir que eligió a los pobres, será beatificado

El postulador, el biógrafo y el secretario del arzobispo de San Salvador hablan de su vida, su entrega y su servicio a la Iglesia

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“Pongo bajo la providencia amorosa del Corazón de Jesús toda mi vida y acepto con fe en Él mi muerte, por difícil que sea. Ni quiero darle una intención como lo quisiera por la paz de mi país y por el florecimiento de nuestra Iglesia… porque el corazón de Cristo sabrá darle el destino que quiera. Me basta, para estar feliz y confiado, saber con seguridad que en Él está mi vida y mi muerte. Y a pesar de mis pecados, en Él he puesto mi confianza y no quedaré confundido y otros proseguirán con más sabiduría y santidad los trabajos de la Iglesia y de la Patria».

Esta palabras las pronunció monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, arzobispo de San Salvador, un mes antes de morir asesinado en 1980 mientras celebraba la eucaristía. Ahora, el santo padre Francisco, después de un largo proceso, ha aprobado el decreto que reconoce su martirio, por lo que monseñor Romero será proclamado beato este mismo año en San Salvador, aunque aún no ha sido fijada la fecha. El postulador de su causa, monseñor Vincenzo Paglia, durante una rueda de prensa celebrada en la sala de prensa del Vaticano, ha podido confirmar el lugar pero no la fecha exacta, aunque sí ha indicado que será «cuanto antes».

Junto a monseñor Paglia, estaban también presentes monseñor Jesús Delgado, quien fue secretario personal de monseñor Romero en sus años de arzobispo, y el profesor Roberto Morozzo della Rocca, historiador de la Universidad de “Roma Tre”.

El proceso de beatificación ha sido largo, tal y como se ha recordado hoy, que comenzó en 1994. Después de este recorrido que ha visto muchas dificultades tanto por las oposiciones respecto al pensamiento y a la acción pastoral del arzobispo como por la situación conflictiva que se había creado en torno a su figura, el itinerario concluye, ha anunciado monseñor Paglia.

Por eso, se ha mostrado agradecido con el papa Francisco, pero también con Benedicto XVI “que ha seguido la causa desde el inicio y que el 20 de diciembre del 2012 –poco antes de un mes de su renuncia– decidió desbloquearla para que prosiguiera su itinerario ordinario». Asimismo, ha mostrado también su gratitud con Juan Pablo II, que quiso recordar a monseñor Romero en la celebración de los Nuevos Mártires durante el Jubileo 2000, incluyendo su nombre, ausente en el texto, en el oremus final. Además, ha mencionado también a Pablo VI “que Romero veía como su inspirador y que para él fue un defensor”.

Por otro lado, monseñor Paglia ha observado que “el martirio de Romero dio sentido y fuerza a muchas familias salvadoreñas que habían perdido a familiares y amigos durante la guerra civil. Su memoria se convirtió de inmediato en el recuerdo de las otras víctimas, tal vez menos conocidas, de la violencia”.

Además, ha hablado también de una coincidencia providencial: la beatificación tendrá lugar mientras en la cátedra de Pedro, está, por primera vez en la historia, un Papa latinoamericano que quiere una «Iglesia pobre para los pobres.»

Recordando la labor que monseñor Romero realizó como pastor, monseñor Paglia ha subrayado que en aquella época “el clima de persecución era palpable. Pero Romero pasó a ser claramente el defensor de los pobres frente a la feroz represión. Después de dos años de arzobispado de San Salvador, Romero contaba 30 sacerdotes perdidos, entre los asesinados, los expulsados y los reclamados para escapar de la muerte. Los escuadrones de la muerte mataron a decenas de catequistas de las comunidades de base, y muchos de los fieles de estas comunidades desaparecieron. La Iglesia era la principal imputada y por lo tanto la más atacada. Romero resistió y accedió a dar su vida para defender a su pueblo”.

También se han recordado hoy, las acusaciones que monseñor Romero sufrió y –ha sufrido después de fallecer– sobre estar vinculado a la teología de la liberación. Por eso se ha mencionado una anécdota: “Una vez un periodista le preguntó: ‘¿Está de acuerdo con la teología de la liberación?’ Y Romero contestó: «Sí, por supuesto. Pero hay dos teologías de la liberación. Una es la que ve la liberación sólo como liberación material. La otra es la de Pablo VI. Yo estoy con Pablo VI»”.

Por su parte, monseñor Jesús Delgado ha recordado cómo monseñor Romero le pidió que fuera su secretario. “Padre Jesús, ayúdame, el clero no me ama, ayúdame a tener una proximidad más grande al clero de San Salvador, quiero que seas mi secretario”, le dijo.

Desde ese momento hasta el día de su muerte, le acompañó en su misión. Otro episodio que también ha querido recordar sucedió el día que monseñor Romero fue asesinado. Esa mañana, el 24 de marzo de 1980, le sugirió a monseñor Romero que se tomara un día de descanso. El arzobispo tomó la agenda, vio sus citas y le dijo que tenía un misa por un amigo que había fallecido, que era por la tarde y que quizá podía sustituirle. Pero antes de despedirse, monseñor Romero le dijo, “mejor no, yo celebraré la misa, no quiero implicar a nadie en esto”. De este modo, Monseñor Delgado ha afirmado que este último recuerdo le ha acompañado siempre como una bendición, un anuncio, una gracia de Dios, “podía haber sido asesinado en su lugar”.

Para finalizar, ha observado, que el reconocimiento del sacrificio de monseñor Romero representa para los salvadoreños un nuevo llamamiento a la unidad y la paz. “Estoy seguro que la próxima beatificación llevará a la realización de gran milagro del encuentro fraterno de todos los salvadoreños superando toda división política, social y económica”, ha subrayado.

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Staff Reporter

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