(ZENIT – 23 Nov. 2017).- «La plegaria actúa con la fuerza de Dios, para quien nada es imposible», ha asegurado el Papa Francisco.
El Papa Francisco ha presidido esta tarde, del jueves 23 de noviembre de 2017, en la Basílica de San Pedro la oración por la paz en Sudán del Sur y República Democrática del Congo, así como en todas las partes del mundo que sufren por la guerra.
El Santo Padre ha dicho que había decidido visitar Sudán del Sur, pero no ha sido posible. Sin embargo –ha señalado– sabemos que la oración es más importante, porque es más poderosa: «la plegaria actúa con la fuerza de Dios, para quien nada es imposible».
Así, Francisco ha exhortado a que seamos «artesanos de paz» allí donde estemos, en la familia, en la escuela, en el trabajo, en las comunidades, en cualquier ambiente.
La celebración, en la que han participado fieles africanos, sacerdotes, religiosos y laicos, así como representantes de otras religiones, ha comenzado con un cántico en «lengua suajili», interpretado por un coro formado por personas de África.
La imagen de la Virgen de Valme ha presidido la celebración y junto al altar, llamativas imágenes de niños y familias de Sudán del Sur y República del Congo adornaban el presbiterio.
Entre cantos de plegaria y lecturas de la Santa Biblia, han orado al Señor por las víctimas de la violencia y de la guerra, especialmente las inocentes, por los políticos y gobernantes de estos países, y por «nuestra conversión, para poder superar la indiferencia y la división», así como la ayuda al Señor para superar todo aquello «que nos divide y nos separar de los demás», como el tribalismo, política, el juicio y los prejuicios.
El Papa ha bendecido dos imágenes de la Virgen de Valme, que se llevarán a Sudán del Sur y a la República Democrática del Congo, como «signo de fraternidad y empeño de la búsqueda de la paz», han anunciado en la celebración.
RD
Homilía del Papa Francisco
Esta tarde, queremos esparcir con nuestra oración semillas de paz en la tierra de Sudán del Sur y de la República Democrática del Congo, así como en todas las partes del mundo que sufren por la guerra. Había decidido visitar Sudán del Sur, pero no ha sido posible. Sin embargo sabemos que la oración es más importante, porque es más poderosa: la plegaria actúa con la fuerza de Dios, para quien nada es imposible.
Por eso agradezco de corazón a quienes han ideado esta vigilia y se han esforzado en llevarla a cabo.
«Cristo resucitado nos invita. Aleluya». Estas palabras del canto en lengua suajili han acompañado la procesión de entrada, con algunas imágenes de los dos países por los que estamos rezando especialmente. Los cristianos creemos y sabemos que la paz es posible porque Cristo ha resucitado. Él nos da el Espíritu Santo, a quien hemos invocado.
Como san Pablo nos ha recordado hace unos instantes, Jesucristo «es nuestra paz» (Ef 2,14). En la Cruz, ha cargado con todo el mal del mundo, también con los pecados que generan y fomentan las guerras: la soberbia, la avaricia, la sed de poder, la mentira… Jesús ha vencido todo esto con su resurrección. Cuando se apareció en medio de sus amigos les dijo: «Paz a vosotros» (Jn 20,19.21.26). Nos lo repite también a nosotros aquí, en esta noche: «Paz a vosotros».
Sin ti, Señor, vana sería nuestra oración y engañosa nuestra esperanza de paz. Pero tú estás vivo y obras para nosotros y con nosotros; tú, nuestra paz.
Que el Señor resucitado derribe los muros de la enemistad que dividen hoy a los hermanos, especialmente en Sudán del Sur y en la República Democrática del Congo.
Que socorra a las mujeres víctimas de la violencia en las zonas de guerra y en cualquier parte del mundo.
Que salve a los niños que sufren a causa de conflictos que no tienen que ver con ellos, pero que les roban su infancia y a veces también la propia vida. ¡Cuánta hipocresía cuando se niegan las masacres de mujeres y niños! Aquí la guerra muestra su rostro más horrible.
Que el Señor ayude a los humildes y a los pobres del mundo a seguir creyendo y esperando en que el Reino de Dios está cerca, que está en medio de nosotros, y es «justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo» (Rm 14,17). Que sostenga a todos los que, día tras día, se esfuerzan por combatir el mal con el bien, con gestos y palabras de fraternidad, de respeto, de encuentro, de solidaridad.
Que el Señor afiance en los gobernantes y en todos los que tienen responsabilidades un espíritu noble y recto, firme y valiente en la búsqueda de la paz, mediante el diálogo y la negociación.
Que el Señor nos conceda a todos nosotros ser artesanos de paz allí donde estemos, en la familia, en la escuela, en el trabajo, en las comunidades, en cualquier ambiente; «lavándonos los pies» unos a otros, a semejanza de nuestro Maestro y Señor. A Él la gloria y la alabanza, hoy y por los siglos de los siglos. Amén.
El Papa reza el Padre Nuestro con niños. Captura de pantalla CTV
Sudán del Sur y Congo: "La plegaria actúa con la fuerza de Dios"
Palabras del Papa en la oración por la paz (Texto completo)