Musulmanes rezan en una calle de Viena, Austria Foto: Deter Nagl / AFP

Austria se suma a Canadá y abre la puerta a la sharía (ley islámica) en el país

En la práctica, esto significa que los acuerdos privados que invocan la ley islámica, al menos para reclamaciones relacionadas con la propiedad, pueden ser reconocidos.

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(ZENIT Noticias / Viena, 23.08.2025).- El poder judicial austriaco se ha adentrado en un terreno desconocido. Una sentencia del Tribunal Regional de Viena para Asuntos Civiles confirmó que la ley islámica puede, bajo ciertas condiciones, servir de marco para el arbitraje en litigios civiles. El caso involucraba a dos hombres musulmanes que habían acordado previamente resolver sus desacuerdos bajo la sharia. Cuando su disputa culminó con una multa de 320.000 euros impuesta a una de las partes, esta intentó impugnar el resultado, argumentando que la decisión arbitral socavaba los principios jurídicos de Austria. El tribunal discrepó.

Para los jueces, el factor decisivo fue la libertad contractual: en Austria, las personas pueden elegir mecanismos de arbitraje, siempre que estos no violen el orden público. El tribunal concluyó que la aplicación de la sharia en este caso no contradecía los valores constitucionales de Austria ni introducía decisiones arbitrarias. En la práctica, esto significa que los acuerdos privados que invocan la ley islámica, al menos para reclamaciones relacionadas con la propiedad, pueden ser reconocidos.

Sin embargo, el veredicto ha suscitado un emotivo debate nacional, exponiendo la profunda inquietud de Austria ante los sistemas jurídicos paralelos. Los críticos argumentan que incluso un reconocimiento limitado de la sharia abre la puerta a un «pluralismo jurídico» que podría erosionar la coherencia del derecho austriaco. Sus defensores lo plantean de otra manera: si dos partes se someten voluntariamente a un panel de arbitraje religioso, ¿por qué debería intervenir el Estado?

La respuesta política ha sido rápida y dividida. El ultraderechista Partido de la Libertad (FPÖ) denunció la sentencia como una invitación a crear «sociedades islámicas paralelas», acusando al poder judicial de ceder ante lo que describieron como «islamistas fanáticos». Claudia Plakolm, ministra de Integración del conservador Partido Popular (ÖVP), expresó su preocupación por que el sistema legal austriaco deba permanecer firmemente anclado en su legado constitucional. Anunció planes para una legislación que excluya explícitamente la sharia de ámbitos como el matrimonio civil.

Más allá de la política, la sentencia afecta a cambios demográficos y culturales más profundos. Austria, y Viena en particular, ha experimentado un rápido crecimiento de su población musulmana. Estadísticas recientes indican que el 41% del alumnado de primaria y secundaria de la capital se identifica como musulmán, en comparación con el 34,5% que es cristiano. Estas cifras reflejan no solo la inmigración, sino también un cambio generacional que está transformando el equilibrio cultural y religioso de la ciudad.

Quienes se oponen a la decisión, como el activista antiinmigración Martin Sellner, advierten que el arbitraje religioso podría convertirse en un caballo de Troya, normalizando la introducción gradual de sistemas jurídicos extranjeros. «Bajo la apariencia de contratos privados, la sharia está entrando en el marco jurídico de Austria», escribió, insistiendo en que debe defenderse la soberanía cultural.

Austria no está sola en este dilema. Ontario (Canadá) ya ha permitido el arbitraje islámico en litigios civiles, mientras que otros países occidentales se han enfrentado a peticiones similares de comunidades religiosas. La pregunta es si las sociedades multiculturales pueden acoger tal pluralismo sin fragmentar el Estado de derecho.

El fallo del tribunal de Viena no transformará de inmediato el ordenamiento jurídico austriaco. Se aplica estrictamente al arbitraje privado entre adultos que consienten, excluyendo el derecho penal o las políticas sociales más amplias. Aun así, el peso simbólico es considerable. Lo que está en juego no es solo la validez de un único laudo arbitral, sino también la futura identidad jurídica y cultural de Austria.

El caso revela la tensión entre los principios democráticos liberales: el derecho a la libertad religiosa y la autonomía contractual, por un lado, y la necesidad de un sistema jurídico unificado y laico, por el otro.

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Joachin Meisner Hertz

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