(ZENIT Noticias / Seúl, 30.10.2025).- Cuando Corea del Sur abra sus puertas a más de un millón de jóvenes peregrinos en 2027, no solo acogerá un evento internacional, sino que será escenario de un encuentro entre la fe y el futuro. La Arquidiócesis de Seúl ha presentado el programa oficial y la dirección espiritual de la próxima Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), un encuentro que promete ser tan histórico como simbólico.
Por primera vez, una JMJ internacional tendrá lugar en la península coreana, una nación dividida por la ideología, pero unida por un anhelo común de paz. También marcará la primera JMJ en un país no cristiano y la segunda en Asia desde que Manila la acogiera en 1995.
En una rueda de prensa celebrada en la Universidad Católica de Corea, el arzobispo Peter Chung Soon-taick, presidente del Comité Organizador Local, describió el evento como «una declaración de fe y esperanza, y un compromiso solemne con la juventud del mundo». Sus palabras transmitieron una convicción que trascendía la logística y la planificación. “Esto no se trata simplemente de un evento, sino de caminar juntos como una sola familia humana bajo la guía de Dios”.
El lema elegido —“Ánimo, yo he vencido al mundo”— evoca tanto desafío como aliento, especialmente conmovedor para los jóvenes católicos que se enfrentan a la incertidumbre social, la fragmentación digital y una paz mundial frágil. “Seúl se convertirá no solo en una ciudad anfitriona, sino en una ciudad de esperanza, solidaridad y misión”, añadió el obispo auxiliar Paul Kyung-sang Lee, coordinador general de la JMJ Seúl 2027.
Ese sentido de misión ya ha comenzado a echar raíces, literalmente. En preparación para el evento, los organizadores han plantado más de 700 árboles para compensar las emisiones de carbono, como parte de una ambiciosa iniciativa de transformación ecológica que refleja los temas centrales de la JMJ: Verdad, Amor y Paz. “El amor”, dijo el obispo Lee, “abarca el cuidado de la creación y del prójimo. Se trata de renovar nuestra casa común”.
El programa, previsto del 29 de julio al 8 de agosto de 2027, seguirá el ritmo tradicional de la JMJ: los “Días en las Diócesis”, del 29 de julio al 2 de agosto, permitirán a los peregrinos convivir con familias coreanas en las 15 diócesis del país, sumergiéndose en la cultura local, la hospitalidad y la vida parroquial. Las celebraciones principales tendrán lugar en Seúl del 3 al 8 de agosto e incluirán seis eventos importantes que se han convertido en emblemáticos de cada JMJ: la Misa de Apertura, la Ceremonia de Bienvenida Papal, el Festival de la Juventud, las sesiones de catequesis, el Vía Crucis y la vigilia final y la Misa de Clausura con el Papa.
Se espera que la presencia del Papa León XIV, quien realizará su primera visita apostólica a Corea con motivo de la celebración, atraiga a peregrinos de todos los continentes. La Misa de Apertura, presidida por el Arzobispo Chung, reunirá a obispos y cardenales de más de 160 países. La Ceremonia de Bienvenida Papal —un momento emotivo para muchos peregrinos— combinará presentaciones artísticas con el primer mensaje del Papa a la juventud mundial.
El obispo Lee describió el Festival de la Juventud como «una celebración diaria de la fe y la creatividad», mientras que el Vía Crucis será «un momento de profunda reflexión sobre el sufrimiento de la humanidad y el redescubrimiento de la esperanza y la valentía».
Los organizadores también han hecho de la inclusión un rasgo distintivo de la JMJ Seúl 2027. «La participación será totalmente gratuita», explicó el padre Joseph Young-je Lee, secretario ejecutivo del comité organizador. «Esto garantiza que todos los jóvenes —católicos o no— puedan participar en esta celebración de la vida y la fe». Las 233 parroquias de la Arquidiócesis de Seúl acogerán a peregrinos internacionales, dándoles la bienvenida no solo como visitantes, sino como familia.
Para la Iglesia coreana, esta JMJ es más que una cumbre espiritual: es una oportunidad para hablar al mundo sobre la reconciliación, la unidad y la paz. En un país que aún sufre las consecuencias de la división, la celebración de un evento centrado en la juventud, el diálogo y el Evangelio de la esperanza reviste un inmenso significado simbólico.
«La Jornada Mundial de la Juventud trasciende las fronteras de la comunidad católica», afirmó el obispo Lee. «Es una oportunidad para que la República de Corea transmita un mensaje de paz, armonía y solidaridad que va mucho más allá de la religión».
A medida que los preparativos se materializan, Seúl ya se vislumbra como un crisol de culturas, generaciones y tradiciones religiosas. Los jóvenes que se reúnan allí no solo celebrarán sus creencias, sino que encarnarán la promesa de un futuro que se niega a rendirse a la desesperación.
Y quizá, cuando termine la última misa y el último peregrino se marche, la ciudad no vuelva a ser la misma. Durante una semana de agosto de 2027, Seúl se erigirá como un testimonio vivo de la posibilidad de que la fe aún pueda unir, inspirar y renovar el mundo.
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