(ZENIT Noticias / Seúl, 27.11.2025).- Los obispos católicos de Corea del Sur han emitido una advertencia inusualmente severa: no confíen en todos los rostros ni sermones episcopales que circulan en línea. Tras la tranquila cadencia de estos videoclips bien producidos, afirman, podría no estar ni un obispo ni la enseñanza de la Iglesia, sino un algoritmo entrenado para imitar ambos.
Su alerta, publicada a mediados de noviembre, marca la intervención más contundente hasta la fecha de la Conferencia Episcopal Católica de Corea (CBCK) respecto al uso de inteligencia artificial en medios religiosos. Según los obispos, un número creciente de canales en línea han generado videos en los que opiniones, especulaciones e incluso invenciones históricas se presentan como declaraciones autorizadas de líderes de la Iglesia. Algunos de estos videos utilizan imágenes de obispos reales —extraídas de sitios web diocesanos o medios de comunicación— y luego alteran digitalmente sus rostros o voces para crear la ilusión de pronunciamientos oficiales.
Lo que más preocupa a los líderes de la Iglesia no es simplemente la manipulación técnica, sino su impacto pastoral. La CBCK advierte que estos videos han engañado a los fieles, comprometiendo la confianza en las comunidades católicas y “erosionando la autoridad pública de la Iglesia”. En otras palabras, el problema no es solo la desinformación, sino una distorsión de las propias relaciones eclesiales: cuando los creyentes ya no pueden distinguir la enseñanza genuina de la imitación sintética, los cimientos de la guía pastoral comienzan a tambalearse.
El fenómeno no se limita a los debates internos coreanos. Parte del contenido generado por IA incluye discursos inventados atribuidos al Papa León XIV, invenciones que circularon ampliamente en inglés y español y provocaron dudas incluso entre periodistas experimentados y funcionarios de la Iglesia en el extranjero. La CBCK destaca estos ejemplos para ilustrar la rapidez con la que el contenido religioso falsificado puede propagarse a través de las fronteras lingüísticas y nacionales una vez producido.
Las preocupaciones legales se suman a las pastorales. Según la ley de derechos de autor de Corea del Sur, modificar fotografías o videos de una persona sin permiso vulnera los derechos de reproducción, transmisión pública y obras derivadas de esa persona. Las sanciones pueden ser severas: hasta cinco años de prisión con trabajos forzados o multas que alcanzan los 50 millones de wones. Si el contenido manipulado difama a la persona representada o se utiliza para engañar al público, se aplican responsabilidades penales independientes. La declaración de los obispos subraya que muchos de los vídeos producidos con IA parecen violar estas protecciones directamente.
Su consejo a los católicos es inequívoco: confiar únicamente en fuentes oficiales: medios del Vaticano, comunicaciones diocesanas y medios católicos acreditados (como ZENIT). Cualquier material que circule fuera de estos canales, advierten, conlleva una «alta probabilidad» de haber sido modificado o inventado. El objetivo no es reprimir la participación religiosa en línea, sino anclarla en puntos de referencia fiables en un momento en que el contenido sintético prolifera a una velocidad sin precedentes.
La adopción de la IA generativa en Corea del Sur se ha expandido drásticamente. Datos gubernamentales citados por la agencia de noticias Yonhap muestran que en 2024 aproximadamente un tercio de todos los usuarios de internet del país experimentaron con sistemas como ChatGPT, casi el doble que el año anterior. Esta rápida adopción, si bien impulsa la innovación, también ha creado un terreno fértil para el uso indebido en ámbitos sensibles como la religión, donde la autoridad de una sola imagen o frase puede moldear la percepción pública de millones de personas.
La advertencia del CBCK se presenta, por lo tanto, como una súplica pastoral y un diagnóstico cultural. Refleja la preocupación de la Iglesia de que, en una era de deepfakes y clones de voz, la línea entre la predicación auténtica y la ficción algorítmica se difumina con mayor rapidez que la posibilidad de construir salvaguardias. Sin embargo, también señala una invitación a los católicos, y a la sociedad en general, a desarrollar nuevos hábitos de discernimiento, donde la credibilidad ya no se presuponga por la mera presencia de una sotana familiar en pantalla.
El entorno digital puede evolucionar, pero la obligación de decir la verdad y escuchar con sabiduría permanece inalterada.
Gracias por leer nuestros contenidos. Si deseas recibir el mail diario con las noticias de ZENIT puedes suscribirte gratuitamente a través de este enlace.
