(ZENIT Noticias / Roma, 08.10.2024).- Una vez más, la Asociación Orden Soberana del Temple de Cristo, quienes se autodenominan como los templarios actuales, ha presentado una demanda de conciliación contra el Papa Francisco, sumando así su tercera acción legal en menos de dos años. Este grupo, que se identifica como los herederos de la legendaria Orden de los Templarios, busca la rehabilitación formal de su orden, suspendida en 1312 por el papa Clemente V, y exige compensaciones por los perjuicios sufridos.
La Sombra de una Suspensión Histórica
La base de su demanda radica en la afirmación de que la suspensión de la Orden del Temple en el Concilio de Vienne fue «ilegítima». Según sostienen, la disolución no fue fruto de un proceso judicial con pruebas concluyentes, sino de una orden apostólica influenciada por las ambiciones del rey Felipe IV de Francia, conocido como Felipe el Hermoso. Este monarca, según los demandantes, manipuló los acontecimientos en su favor, presionando a Clemente V para eliminar a los templarios, en gran parte por las enormes deudas que tenía con ellos.
El dramático final de los templarios es bien conocido: su Gran Maestre, Jacques de Molay, fue quemado en la hoguera en 1314, y miles de caballeros fueron ejecutados o forzados a huir. Los representantes de la Orden Soberana del Temple de Cristo argumentan que esto constituyó «un proceso infame» y que miles de templarios sobrevivientes fueron injustamente perseguidos. Ahora, siglos después, exigen justicia y la restauración de su legado.
Reclamaciones de Compensaciones y Privilegios
Además de la rehabilitación de su orden, los templarios modernos han presentado un extenso listado de demandas al Papa Francisco. Entre ellas, solicitan compensaciones económicas por la incautación de los bienes de la orden, que en su mayoría fueron entregados a la Orden de San Juan del Hospital, más conocida hoy como la Orden de Malta.
No se quedan ahí. Los templarios piden el reconocimiento de su sacerdocio bajo el rito de Melquisedek y el derecho a construir oratorios y capillas en su nombre. También exigen que los ingresos de la colecta en las parroquias durante el día de San Bernardo sean destinados a ellos, y que el Vaticano les entregue los archivos relacionados con la orden. En su lista de exigencias, además, figura la devolución de la emblemática Iglesia de la Vera Cruz en Segovia, una histórica edificación asociada con los templarios medievales.
Uno de los puntos más polémicos es la solicitud de que todos los templarios que fueron torturados y ejecutados sean considerados mártires por la Iglesia. Asimismo, sorprende la exigencia de que la Orden pueda formar un cuerpo armado propio y tener la facultad de intervenir en conflictos religiosos como mediadores. Con esta petición, parecen evocar las antiguas misiones militares de los templarios, que originalmente nacieron como una orden religiosa y militar para proteger a los peregrinos en Tierra Santa.
Una Orden Independiente
Los templarios modernos no solo desean ser rehabilitados, sino que también buscan operar con una autonomía considerable. En su demanda, solicitan que, una vez rehabilitada, la orden quede directamente bajo la autoridad del Papa, sin depender de la Curia romana ni del clero, funcionando bajo el modelo de una prelatura personal.
Además, piden que se emita un decreto papal que recoja todos los acuerdos alcanzados y que este sea difundido en todas las parroquias y conventos del mundo. También exigen una audiencia privada con el Papa Francisco para discutir sus demandas y avanzar en un proceso de conciliación que, hasta ahora, ha encontrado poco eco en el Vaticano.
Una Batalla Legal Prolongada
No es la primera vez que la Orden Soberana del Temple de Cristo se enfrenta al Vaticano en los tribunales. Desde 2005, han interpuesto varias demandas de conciliación y juicios ordinarios en busca de su rehabilitación, sin obtener resultados favorables. Las más recientes tuvieron lugar en octubre de 2023 y enero de 2023, y, a pesar de la persistencia, el Vaticano ha mantenido silencio sobre sus reclamos.
A medida que la Asociación continúa su lucha por lo que consideran la justicia histórica, el mundo observa con curiosidad cómo una orden disuelta hace más de siete siglos sigue siendo objeto de polémicas y controversias en pleno siglo XXI. Aunque la posibilidad de que el Vaticano atienda sus demandas es incierta, los templarios modernos parecen decididos a no cesar en su empeño por recuperar el reconocimiento de una de las órdenes más legendarias de la historia.
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