La mayoría del clero afirmó sentirse cerca de Dios y, por lo general, encontrar tiempo para la oración Foto: iStock

El estado de salud (física, mental y espiritual) del clero australiano 2025: Lo que revela una interesante investigación

A pesar de todos los desafíos expuestos, una realidad se mantiene firme: el clero australiano, con sus propias voces, describe una vocación que aún brinda alegría

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(ZENIT Noticias / Roma, 23.11.2025).- Cuando los obispos australianos encargaron un estudio sin precedentes sobre el bienestar cotidiano de sacerdotes y diáconos, pocos esperaban que los resultados dibujaran un retrato tan complejo de una vocación marcada por una profunda satisfacción y una discreta tensión a partes iguales. Sin embargo, eso es precisamente lo que se desprende del informe de 150 páginas «Prosperando (y Sobreviviendo) en el Ministerio», publicado a mediados de noviembre: un clero que se mantiene abrumadoramente comprometido, espiritualmente arraigado y, en general, satisfecho, incluso mientras soporta la creciente presión, el cansancio emocional y las secuelas de una década tumultuosa en la vida nacional de la Iglesia.

La encuesta —la más grande de su tipo jamás realizada en Australia— abarcó a 825 sacerdotes y diáconos, aproximadamente una cuarta parte de los ministros ordenados del país. Sus testimonios ofrecen una perspectiva excepcional sobre un grupo cuya imagen pública a menudo se ve moldeada más por la crisis que por los tranquilos ritmos de la vida parroquial. Los hallazgos revelan algo sorprendente: casi todos los encuestados, un extraordinario noventa y cinco por ciento, afirmaron valorar profundamente su ministerio. A pesar de las largas jornadas, las enormes distancias y el trauma persistente de los escándalos institucionales, la mayoría se siente apoyada, razonablemente atendida y espiritualmente nutrida.

Pero tras estas cifras destacadas se esconde una historia más delicada.

El clero australiano es un mosaico de culturas y orígenes: apenas la mitad de sus miembros son nacidos en el país, mientras que otros llegan de India, Filipinas, Vietnam y otros lugares. Sus contextos geográficos varían con la misma intensidad. Si bien la mayoría ejerce su ministerio cerca de la costa densamente poblada, algunos sirven en el inmenso y escasamente poblado interior, donde un simple acto sacramental como confesarse puede implicar obstáculos logísticos que el clero urbano rara vez enfrenta. La encuesta señala que estas distancias influyen sutilmente en cómo los sacerdotes viven su vocación: el aislamiento se convierte no solo en una realidad geográfica, sino a veces en una emocional.

Aun así, las relaciones en el corazón del ministerio parecen notablemente sólidas. La gran mayoría declaró tener vínculos positivos con sus comunidades parroquiales, sus familias e incluso sus obispos, un aspecto en el que el clero de muchos países suele expresar ambivalencia. Los diáconos, muchos de los cuales están casados, describieron relaciones familiares especialmente sanas, lo cual no sorprende dado su doble compromiso con el hogar y la parroquia.

Espiritualmente, el panorama también se inclina hacia la resiliencia. La mayoría del clero afirmó sentirse cerca de Dios y, por lo general, encontrar tiempo para la oración, aunque menos de la mitad se reúne actualmente con un director espiritual. Una minoría notable admitió que se acerca a la confesión de forma irregular, a veces por lejanía, a veces por incertidumbre sobre el sacramento en sí, un problema que surgió durante el consejo plenario de Australia de 2022 y sigue siendo un tema de preocupación pastoral.

Sin embargo, incluso con evidentes signos de prosperidad, los datos revelan signos de fragilidad. Un doce por ciento del clero reportó ansiedad frecuente, una cifra que se dispara entre los menores de cuarenta años. Más de la mitad había experimentado estrés significativo durante el último año, y casi la misma cantidad reportó insomnio o soledad. Para algunos, la presión proviene del gran volumen de trabajo. Un sacerdote relató haber presidido cincuenta y siete funerales en medio año, una carga de trabajo que pondría a prueba incluso al pastor más experimentado.

Parte de la tensión refleja los cambios demográficos. El número de sacerdotes en Australia ha disminuido de forma constante durante dos décadas, con una disminución de más del diez por ciento desde 2003. Los diáconos se han multiplicado en ese mismo período, pero su presencia no ha eliminado las crecientes exigencias pastorales sobre un clero ya sobrecargado. Las responsabilidades administrativas, los protocolos de protección introducidos tras la Comisión Real y la carga emocional de los escándalos de abusos del pasado han contribuido a lo que algunos describen como una erosión de la identidad sacerdotal, o al menos, una complicación de la misma.

Los entrevistados no dudaron en identificar áreas específicas de preocupación. Entre las más comunes se encontraban las tensas relaciones con superiores o compañeros clérigos, las exigencias de la atención pastoral en comunidades cada vez más diversas y la sensación de menor apoyo en tiempos de crisis personal. Otros mencionaron la incertidumbre sobre la jubilación, las lagunas en la formación continua o el simple pero crónico problema del exceso de trabajo. Las preocupaciones sobre la salud física y mental surgieron repetidamente, incluyendo afecciones relacionadas con el estrés y, en algunos casos, problemas de adicción o malos hábitos de internet.

Sin embargo, los mismos clérigos que catalogan estas cargas también describen vidas marcadas por el entusiasmo, la disciplina personal y placeres sorprendentemente cotidianos. Muchos dicen dormir bien, comer bien y sentirse seguros en su trabajo. Fuera del ministerio, juegan al golf, hacen kayak, practican kickboxing o se unen a equipos de botes dragón. Ven películas, escuchan podcasts, resuelven rompecabezas o compiten al ajedrez. En estos pequeños rituales, sugiere el estudio, reside la clave para comprender por qué tantos continúan reportando felicidad a pesar de horarios exigentes que promedian casi nueve horas al día, incluso más largos para los clérigos más jóvenes.

Quizás el hallazgo más revelador es que tres cuartas partes de los encuestados logran tomarse al menos un día libre a la semana y la mayoría participa en un retiro anual. Estos ritmos de descanso, por modestos que sean, parecen mantener un sentido de equilibrio dentro de una vocación que no se caracteriza por horarios predecibles.

El informe no se limita al diagnóstico; exige una acción pastoral decisiva. Sus autores instan a las diócesis a desarrollar estrategias específicas de bienestar e identificar especialistas que puedan acompañar al clero que experimenta tensión psicológica o espiritual. Destacan la necesidad de una mejor formación, una mentoría más sólida, un mejor apoyo administrativo y un liderazgo más atento por parte de los obispos, un llamamiento compartido por muchos de los propios sacerdotes.

El arzobispo Christopher Prowse, quien preside la comisión episcopal que encargó el estudio, presenta el momento como una invitación. Anima a las diócesis a interpretar los hallazgos no solo como datos, sino como un reflejo, uno que podría impulsar al clero a reflexionar sobre sus propios patrones de autocuidado e invitar a los obispos a fortalecer las estructuras pastorales que rodean a sus sacerdotes y diáconos.

Los obispos de Australia, reunidos en sesión plenaria el pasado noviembre, acordaron establecer un grupo de trabajo para profundizar esta labor. Para una Iglesia que ha lidiado públicamente con el declive, la desconfianza y el cambio demográfico, la mezcla de franqueza y esperanza del informe puede resultar una valiosa guía.

A pesar de todos los desafíos expuestos, una realidad se mantiene firme: el clero australiano, con sus propias voces, describe una vocación que aún brinda alegría. No sin dificultades ni sombras, pero con la gracia, el propósito y la calidez humana suficientes para que valga la pena llevar las cargas.

Informe completo en inglés.

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Jorge Enrique Mújica

Licenciado en filosofía por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, de Roma, y “veterano” colaborador de medios impresos y digitales sobre argumentos religiosos y de comunicación. En la cuenta de Twitter: https://twitter.com/web_pastor, habla de Dios e internet y Church and media: evangelidigitalización."

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