La presentación del documento, de unas 20 cuartillas, estuvo a cargo del presidente saliente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, monseñor Carmelo Juan Giaquinta, administrador apostólico de Resistencia.
«No pretendemos abordar todos los capítulos de la Doctrina Social. Tampoco intentamos desarrollar sus principios y valores, ni desentrañar todas las implicancias que estos tienen para la vida social argentina. Queremos, simplemente, mostrar la organicidad de los principios y valores que sustentan esta Doctrina», aclaran los prelados en el texto.
«Pero queremos algo más --añaden--. No queremos sólo hacer una exposición académica de tales principios y valores. Queremos que todos los cristianos nos acompañen en la comprensión, elaboración y aplicación de la Doctrina Social».
«Queremos proponer a la reflexión algunas situaciones y cuestiones --subraya el texto--. Y ello para estimular a todos al estudio de la Doctrina Social de la Iglesia, analizar con su luz algunos aspectos de la situación del País, y, en conjunción, con la propia ciencia y experiencia, aplicarla al momento presente».
«Y de este modo, trabajando junto con todos los hombres de buena voluntad, encontrar caminos concretos que contribuyan a la reconstrucción del tejido social, afianzar el sentido de pertenencia a la Nación y acrecentar la conciencia de ser ciudadanos», proponen los obispos.
Los obispos emplean un método catequístico. Después de exponer un principio o valor, procuran que el lector lo aplique a una situación concreta, se pregunte cómo proceder en ella.
Por ejemplo, después de proponer el primer principio del bien común, preguntan: «¿cómo medir nuestra voluntad de reconstruir la Nación desde la perspectiva del bien común?»
O bien, después de proponer el principio del destino universal de los bienes, proponen diversas situaciones y cuestiones que afectan a la superación de la pobreza.
«De allí una serie de cuestiones relativas a la política demográfica, al fortalecimiento de los municipios del interior y de las economías regionales, a la reforma agraria en favor de los pequeños y medianos productores, a la concreción de las leyes que reconocen el derecho de los aborígenes a la tierra productiva y a la propiedad comunitaria, a la preservación del medio ambiente», explicó monseñor Giaquinta.
[Puede leerse el texto en la página web de la agencia de noticias www.aica.org]
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Nov 13, 2005 00:00