«Os doy las gracias --dice el cardenal-- porque habéis comprendido y puesto en práctica como mejor se podía el sentido de esta semana inolvidable: una fiesta mundial de los jóvenes, pero también una fiesta mundial de nuestra fe, una fiesta del Señor Jesucristo presente y vivo en medio de nosotros».
«Juntos, una vez más --añade el vicario de Roma--, damos gracias a Dios por haber dado a Roma este extraordinario Obispo, nuestro Papa, que comprende a los jóvenes en lo profundo y sabe establecer inmediatamente con ellos un diálogo de fe, de amor, de confianza en la vida: que les hace experimentar que el Señor está en verdad cercano».
«Damos gracias de todo corazón --dice el cardenal Ruini-- al Comité italiano, punto de apoyo de un gran trabajo común, a las diócesis del Lazio (la región a la que pertenece Roma) y todas las diócesis italianas, que han contribuido de manera decisiva a dar su pleno significado a esta Jornada mundial. Damos gracias, además, a todas las autoridades, el presidente de la República, el comisario del Gobierno, el Ayuntamiento y la Provincia de Roma, la Región y las otras Provincias del Lazio, que se han prodigado con solicitud y competencia en la preparación y el desarrollo de la Jornada mundial. Damos gracias a las Fuerzas del orden, los trabajadores de los transportes públicos, los diversos organismos y asociaciones de Roma y del Lazio y todos aquellos que, por diversos motivos, han contribuido a hacer más fácil y alegre esta gran cita juvenil».
«Un gracias especial --añade el vicario de Roma-- va, naturalmente, a los voluntarios que se han dado sin reservas, a las parroquias, a las escuelas, a las casas religiosas, a las familias romanas que han afrontado con alegría las fatigas de la acogida, a los médicos y a los enfermeros que se han prodigado en la asistencia sanitaria. Damos gracias a la ciudad entera, sabiendo bien que no es posible un elenco completo de las realidades que han colaborado».
«A vosotros --concluye el cardenal--, queridísimos párrocos, sacerdotes, religiosos y religiosas, educadores laicos que trabajáis con los jóvenes, y a vosotros jóvenes de Roma, que habéis sido protagonistas de esta extraordinaria experiencia de fe y de compartir, no digo sólo gracias. Digo también y aún más: ¡Seguid! Vayamos adelante juntos, con nuestro Papa, a construir, poniendo toda nuestra confianza en el Señor, una alianza cada vez más profunda, y abierta a todos, entre los jóvenes y Jesucristo, nuestro único Salvador».
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Aug 27, 2000 00:00