(ZENIT Noticias / Roma, 19.12.2025).- El uso de la inteligencia artificial ha pasado de ser marginal en la administración eclesiástica al centro de la práctica pastoral, marcando un punto de inflexión en la forma en que muchas comunidades protestantes preparan y comunican su fe. Lo que antes parecía un debate especulativo sobre tecnología y teología se ha convertido en una realidad concreta: una clara mayoría de pastores ahora recurre a herramientas de IA como parte de su flujo de trabajo ministerial habitual, incluyendo la preparación de sermones.
Según la Encuesta sobre el Estado de la IA en la Iglesia 2025, elaborada por AiForChurchLeaders.com en colaboración con Exponential AI NEXT, casi dos tercios de los pastores afirman utilizar inteligencia artificial semanal o incluso a diario. Esto representa un fuerte aumento con respecto al año anterior y confirma que la adopción de la IA en el liderazgo eclesial se está acelerando en lugar de estabilizarse. Para aproximadamente uno de cada cuatro pastores, la interacción con herramientas de IA se ha convertido en un hábito diario.
En el centro de este cambio se encuentra ChatGPT, ahora la plataforma de IA generativa más utilizada entre los líderes eclesiásticos. Aproximadamente una cuarta parte de los encuestados afirma emplearla para tareas que van desde bosquejos de sermones e investigación bíblica hasta la redacción de boletines informativos y comunicaciones internas. Otras herramientas desempeñan funciones más especializadas: Grammarly se usa comúnmente para refinar la comunicación escrita, Microsoft Copilot facilita la investigación, Google Gemini facilita la generación de contenido y la suite de diseño con IA de Canva se ha convertido en una opción predilecta para materiales visuales como publicaciones en redes sociales y folletos de eventos.
Los resultados de la encuesta sugieren que la IA ya no se considera una mera comodidad técnica, sino una ayuda estratégica en el ministerio. Los pastores describen estas herramientas como una ayuda para gestionar la creciente carga de trabajo, generar ideas de forma más eficiente y agilizar las tareas repetitivas. En congregaciones con personal o recursos limitados, la IA parece funcionar como una forma de asistencia digital que libera tiempo para la atención pastoral, la predicación y la participación comunitaria.
Sin embargo, esta rápida adopción viene acompañada de una inquietud persistente. La preparación de sermones, en particular, sigue siendo un área sensible. Muchos pastores expresan su preocupación de que la predicación, que es la esencia del ministerio cristiano, pueda perder su autenticidad espiritual si se ve excesivamente influenciada por resultados algorítmicos. El temor no es simplemente que los sermones puedan sonar genéricos, sino que la dependencia de la IA pueda debilitar el discernimiento personal, la reflexión orante y la responsabilidad teológica del predicador.
Los encuestados identificaron repetidamente la desinformación y la precisión doctrinal como riesgos importantes. El contenido generado por IA, si bien fluido y persuasivo, no distingue intrínsecamente entre teología ortodoxa, interpretaciones controvertidas o errores flagrantes. Para los pastores responsables ante sus congregaciones, esto plantea interrogantes sobre la confianza, la transparencia y los límites de la delegación. También existen inquietudes más amplias sobre la privacidad de los datos, la erosión de las relaciones humanas en la vida eclesial y la tentación de sustituir la presencia pastoral personal por la eficiencia tecnológica.
A pesar de estas preocupaciones, la resistencia no es la tendencia predominante. Por el contrario, la gran mayoría de los líderes eclesiásticos afirma estar dispuesta a invertir en capacitación formal sobre el uso de la IA. Casi nueve de cada diez pastores expresaron su disposición a recibir formación que les ayude a utilizar estas herramientas de forma responsable y ética. En lugar de rechazar la IA, muchos parecen decididos a dominarla a su manera, considerándola un instrumento que debe permanecer subordinado al juicio humano y a la autoridad espiritual.
Los datos también revelan que el interés por la IA abarca iglesias de todos los tamaños, desde pequeñas congregaciones hasta megaiglesias, y trasciende los roles de liderazgo y las generaciones. Si bien los líderes más jóvenes pueden sentirse más cómodos experimentando con nuevas tecnologías, el panorama general muestra una amplia participación institucional en lugar de un entusiasmo selectivo. Esto sugiere que es probable que los debates sobre la IA en el ministerio se intensifiquen, en lugar de desvanecerse, a medida que su adopción se normalice.
Otras encuestas refuerzan esta tendencia. Una investigación realizada a principios de este año por Pushpay, basada en las respuestas de miles de líderes eclesiásticos, indica que el uso de la IA en los ministerios ha aumentado drásticamente, aunque a menudo con fines muy específicos. Aun así, surge un patrón consistente: si bien los pastores utilizan la IA con facilidad para tareas de comunicación y administrativas, se muestran cautelosos a la hora de permitir que moldee directamente el contenido devocional o pastoral.
Lo que se está configurando, entonces, no es una iglesia tecnocrática dirigida por algoritmos, sino un modelo híbrido en el que las herramientas digitales se integran en la práctica ministerial bajo una estrecha supervisión humana. El desafío que tenemos por delante radica en definir límites claros: determinar en qué puede ayudar la IA, qué no debe reemplazar nunca y cómo se puede comunicar su uso con honestidad a las congregaciones.
A medida que las iglesias se abren paso en este nuevo terreno, la inteligencia artificial está imponiendo una vieja pregunta teológica en un nuevo contexto: cómo usar las herramientas de la época sin renunciar a la esencia del mensaje. La respuesta, al parecer, no se encuentra en rechazar la tecnología por completo, sino en aprender a integrarla sin permitir que hable por sí sola.
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