(ZENIT Noticias / Tehuacán, Puebla, 08.08.2024).- En el Estado de Puebla, al centro de México, la Diócesis de Tehuacán denunció que su obispo, Monseñor Gonzalo Alonso Calzada Guerrero, “fue asaltado, siendo despojado de su vehículo y objetos personales” mientras viajaba por carretera.
El incidente sucedió la mañana del martes 23 de julio al dirigirse el obispo a una comunidad para la celebración de la fiesta patronal.
Tras el robo, los asaltantes armados amarraron al obispo de pies y manos y lo abandonaron en un cerro, según el medio de información N+, se reportó que Monseñor Calzada Guerrero se liberó y pidió ayuda; sin embargo, la diócesis no se ha pronunciado sobre este detalle. El comunicado de la diócesis solo mencionó que el prelado “resultó ileso y ha presentado la denuncia correspondiente”. Y expresó gratitud a “Dios y a nuestra Madre Santísima, que siempre lo acompaña, por cuidarlo y protegerlo”.
También invitó a la comunidad a seguir “orando por la paz en nuestro país”, especialmente, “por todos los hermanos que día a día se enfrentan a estas situaciones, por las familias que son lastimadas y vulneradas en sus recursos, que encuentren consuelo y fortaleza”. Igualmente pidió orar por los asaltantes, “estos hermanos que lastiman tanto a las familias para que Dios mueva sus corazones a la conversión”.
Según los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de México, hay registrados 3.679 robos “de coches de cuatro ruedas” durante el primer semestre de 2024 en el Estado de Puebla, 1.652 con violencia. El número de crímenes en carreteras aumenta desde hace seis años sin disminución.
El 3 de abril de este año, Mons. Eduardo Cervantes Merino, Obispo de Orizaba en el estado de Veracruz, diócesis contigua a la de Tehuacán, denunció el asalto con otros sacerdotes en carretera.
Mons. Eduardo Cervantes declaró en una homilía: “Me hizo pensar qué estamos haciendo como Iglesia, como familia, como sociedad para formar a los jóvenes, porque ellos están haciendo eso porque no encuentran el sentido de su vida, no encuentran algo que realmente valga la pena por lo cual vivir y arriesgan su vida”.
E instó a la sociedad para no aceptar la criminalidad juvenil como un proceso normal, exhortando a una mayor evangelización de los jóvenes. Animó a los padres de familia a “atender a sus hijos, estar cerca de ellos y conversar con ellos: es la forma en que pueden ayudarlos a encontrar el camino”.
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