CIUDAD DEL VATICANO, 16 julio (ZENIT.org).- Juan Pablo II quiso dedicar el único encuentro público previsto en estos doce días de vacaciones a saludar a todas las personas que están disfrutando de unos días de descanso y, sobre todo, a quienes no podrán gozar de las merecidas vacaciones veraniegas.
Este domingo a mediodía, Les Combes, la localidad alpina en la que descansa el Papa desde el pasado 10 de julio, ofrecía un espectáculo hasta ahora inusual. Dado que el chalet en el que se hospeda el pontífice en este año cuenta con un terreno mucho más grande que el de años anteriores, todos los que quisieron pudieron subir hasta esta latitud para participar en el tradicional encuentro que el obispo de Roma tiene todos los domingos con los peregrinos.
Ambiente de fiesta
La gente comenzó a llegar a las 7.30 de la mañana: al final eran más de cinco mil personas. Cuando el Papa salió a unos centenares de metros de su casa para rezar con todos la oración mariana del «Angelus». Al aparecer algunos de los presentes, en su mayoría artesanos y agricultores, le entregaron los regalos que le habían traído: productos de artesanía típicos del lugar, esculturas talladas en madera y los típicos quesos regionales… Los niños del coro de la escuela, que ya conocen al Papa, cantaron algunas canciones montañeras. Los presentes se encontraban circundados por las cimas nevadas del Mont Blanc y del Gran Combin, sobre las que el sol reflejaba con gran dificultad sus rayos, oculto tras una persistente capa de nubes.
Las vacaciones se convirtieron también en el tema principal de las palabras que dirigió el Papa: «Aquí, entre los agradables bosques y valles, el físico se regenera y el espíritu puede dedicarse mejor a la reflexión y a la contemplación».
Momentos de «enriquecimiento interior»
Desde la serenidad de los Alpes, el Santo Padre quiso «recordar a quien se encuentra de vacaciones en estos valles o en otros sitios de montaña o de mar –dijo–. A todos les invito a hacer de estos días de merecido descanso veraniego un momento de enriquecimiento interior y de favorable descanso familiar».
No todos tienen la suerte de poder salir a disfrutar de días de merecido descanso y el pontífice no quiso olvidarse de ellos. Envió un «saludo cariñoso» a los enfermos, a los ancianos, a las personas solas y a los encarcelados –con quienes se había reunido el domingo pasado de manera simbólica en la prisión romana de «Regina Coeli»–. «Les aseguro que me acordaré diariamente de cada uno en la oración», afirmó.
Era el día de la fiesta de la Virgen del Monte Carmelo. La cima de ese monte es cantada continuamente en la Biblia por su particular seducción. Por ello, no pudo dejar de comentar los elementos simbólicos que encierra esa cumbre de Israel, cercana a Haifa, en la que el profeta Elías «defendió sin descanso la integridad y la pureza de la fe del pueblo elegido en el Dios vivo», como recordó el mismo Papa. «En esta montaña, en el siglo XII después de Cristo –añadió–, se reunieron algunos eremitas para dedicarse a la contemplación y la penitencia. De su experiencia espiritual surgió la Orden de los Carmelitas».
La cumbre de la santidad
Karol Wojtyla, que antes de entrar al seminario de Cracovia había pensado seriamente en hacerse carmelita tras leer los escritos de san Juan de la Cruz y santa Teresa de Ávila, continuó explicando que «el Carmelo indica simbólicamente el monte de la adhesión total a la voluntad divina y de nuestra salvación eterna. Todos estamos llamados a escalar valientemente y sin detenernos esta montaña espiritual. Caminando junto a la Virgen, modelo de fidelidad total al Señor, no tendremos miedo de los obstáculos o dificultades. Apoyados por su materna intercesión, podremos realizar plenamente, como Elías, nuestra vocación de auténticos «profetas» del Evangelio en nuestro tiempo».
Las vacaciones del Papa en este Jubileo son breves: terminarán el 22 de julio. En estos días, en los que el tiempo ha sido muy cambiante, ha salido en coche para disfrutar del paisaje junto a sus colaboradores y amigos. Además de compartir amplios momentos de conversación, como ha confirmado hoy el mismo Joaquín Navarro-Valls, portavoz de la Santa Sede, que le acompaña en estas vacaciones, está dedicando horas a la lectura de todo tipo de libros (literatura, historia y pensamiento), a la oración y a pensar en las próximas etapas del gran Jubileo del año 2000.
En concreto, en declaraciones a la televisión italiana, Navarro-Valls ha confirmado que se está preparando el viaje del Santo Padre a Damasco (Siria), siguiendo las huellas de san Pablo. Ahora bien, el portavoz no adelantó ninguna fecha, pues la agenda del Papa para estos meses está realmente «cargada».