LIMA, 5 mar 2001 (ZENIT.org).- En ocasiones la vida es testaruda. Lo demuestra el éxito que está teniendo en las librerías de España y América Latina «Yo sobreviví a un aborto».
En esta investigación (publicada por la colección Planeta+Testimonio), Alejandro Bermúdez, director de la agencia católica de noticias ACI-PRENSA, punto de referencia para todo navegante en Internet de lengua española que quiere estar informado sobre la vida de la Iglesia en América, ha recorrido la geografía estadounidense para ofrecer al lector testimonios de primera mano, algunos de ellos desconocidos al gran público hasta ahora, de mujeres que nunca deberían haber nacido.
En esta entrevista, Bermúdez nos explica cómo nació esta aventura periodística.
–Alejando, ¿cómo se origina la idea de escribir un libro con los testimonios de cuatro personas que sobrevivieron al aborto?
–Alejandro Bermúdez: El título «Yo sobreviví a un aborto» podría tener tres lecturas, como averigüé después de la publicación del libro. La primera es que efectivamente yo, el autor, sobreviví a un aborto, cosa que no es tal, como queda en claro en la dedicatoria a mis padres, felices procreadores y educadores de seis hijos.
La otra es que se refiere a mujeres que, habiéndose practicado un aborto, sobrevivieron a las devastadoras consecuencias físicas y morales.; pero tampoco es el caso.
Se trata de la historia de personas que sobrevivieron a un intento de aborto de sus respectivas madres, y que por misterios de la ciencia, o más bien por un prodigio, quedaron vivas.
–Son cuatro mujeres y las cuatro norteamericanas ¿No era posible encontrar otros testimonios?
–Alejandro Bermúdez: La idea original, propuesta por mi editor, Alex Rosal, fue la de hacer un reportaje de una sola persona, Gianna Jessen, una muchachita sobreviviente a un aborto que estuvo en España y en otros países de habla castellana dejando una contundente impresión. Con Alex decidimos finalmente que sería mejor recoger varios testimonios en un solo libro, y así es como comenzó la «cacería» periodística. Había más personas en la lista original, incluyendo un varón y una niña latina que perdió un brazo en el proceso abortivo; pero finalmente pude dar con cuatro mujeres; las que aparecen en el libro.
De hecho, dada la acogida que está teniendo el libro, ya estamos pensando en un segundo tomo, donde ofrezcamos más casos.
–¿Cómo has entrado en contacto con estos testimonios?
–Alejandro Bermúdez: Cada uno fue un proceso diferente, y lo relato en el libro. La primera Gianna Jessen, fue muy difícil de contactar, pero finalmente su madre, Diana de Paul, cumplió un papel determinante en ponernos en contacto con ella.
Sarah Smith fue bastante fácil, porque ella misma es la «estrella», digamos así, de una entidad pro vida norteamericana «Pro-Life America», que preside el señor James Finn. Finn fue muy importante para reproducir el testimonio de Sarah.
Luego, los testimonios de Audrey Frank y de Bridget Hooker fueron fruto del olfato periodístico de Ursula Murúa, jefe de redacción de ACI-PRENSA, y de la invalorable ayuda de «Priests for Life», (Sacerdotes por la Vida), en Estados Unidos.
Ponerse en contacto con cada una de ellas fue una aventura aparte, pero tal vez la más interesante haya sido la de Audrey Frank, que
hasta el momento del libro sólo había consentido dar su testimonio anónimamente. Con el libro se decide por primera vez a contar su testimonio sin ocultarse tras un seudónimo.
–¿Cuál ha sido el testimonio que más te ha impresionado?
–Alejandro Bermúdez: ¡Qué pregunta! Es muy difícil escoger… Cada una tiene aspectos que me resultan «favoritos». En Gianna me impresiona especialmente su increíble sobrevivencia. Es la más espectacular de todas. ¡Su piel fue totalmente quemada por la solución salina que le aplicaron a su madre! Es difícil imaginar que una mujer tan guapa hoy haya tenido la piel totalmente roja escarlata por las quemaduras.
En Sarah me impresiona el costo de su sobrevivencia y la valentía con que lo lleva: debe ser operada cada dos años de la cadera. Hace muy poco sufrió otra operación…
En Audrey me impresiona la increíble descripción de lo que pasó con su madre, que muchos años más tarde los psiquiatras reconocerían como lo que hoy se conoce como el «Síndrome Post Aborto».
La vida de Bridget es sin duda la más curiosa: viajera empedernida, multilingüe, aprendiz de espía en la CIA, prospecto de novicia religiosa, hoy incasable madre de familia… ¡toda una aventura!
–¿Qué tienen que decir estas mujeres a una madre que espera un niño con problemas de pobreza, crisis personal o cualquier otro tipo de dificultades?
–Alejandro Bermúdez: Cada una tendría palabras diferentes. De hecho, de una forma u otra, esa pregunta ha sido hecha a cada una de ellas a lo largo del libro.
En el fondo, el libro no es más que un alegato a favor de la vida. De la santidad de la vida del no nacido. No es un libro «contra» nadie, ni siquiera contra los defensores a ultranza del aborto. El testimonio de estas mujeres se limita a señalar, con los datos de sus propias vidas, con una elocuencia irrefutable, que la vida es el bien supremo, y que la muerte provocada –aborto, asesinato o eutanasia– es, en consecuencia, un mal grave.
Nunca, por tanto, es una opción. No por razones ideológicas o doctrinales; simplemente por mero sentido común. Gianna Jessen lo dijo claramente en una ocasión ante el Congreso norteamericano: nadie me puede decir que yo era un amasijo de células cuando el abortista introdujo la solución salina en el vientre de mi madre con el fin de acabar con mi vida… ¡yo ya era un ser humano! Por eso, el primer mensaje es que la opción por el aborto nunca es una solución.
–Eso se refiere al niño por nacer… Pero, ¿qué le dicen a las madres?
–Alejandro Bermúdez: Tal vez esta sea la parte más conmovedora del libro. Todas, absolutamente todas las mujeres que comparten su testimonio tienen una actitud de auténtico amor hacia sus madres. En el caso de Gianna Jessen, ella no ha conocido personalmente a su madre biológica; pero en todos los demás casos, la relación con las madres es sorprendentemente comprensiva y tierna. Tal vez el caso más excepcional sea el de Sarah, porque ella se dedica a predicar a favor de la vida en compañía de su madre. En una aparición de Sarah en televisión, su madre dijo «Miren a esta hermosa muchacha. ¿Alguien podría decir que yo hacía bien al querer abortarla?». Y el reportaje se interrumpía por el intempestivo y amoroso abrazo que Sarah daba a su madre. El mensaje para las madres, por tanto, es de profundo amor y comprensión, y precisamente por ello, el libro quiere ayudarles a evitar el mal, el aborto, y ayudarles, con gran ternura, a rehacer sus vidas.
El libro «Yo sobreviví a un aborto» está a la venta en Internet.