CIUDAD DEL VATICANO, 26 mar 2001 (ZENIT.org).- ¿Es moralmente posible realizar transplantes de tejidos u órganos de animales como recurso para combatir enfermedades? Esta es la pregunta a la que trata de responder en estos momentos la Academia Pontificia para la Vida.
Esta institución, creada por Juan Pablo II en 1994, reunió en Roma del 17 al 18 de marzo a especialistas en biomedicina, veterinaria, filosofía, psicología, ética y derecho para afrontar las posibles consecuencias que pueden tener este tipo de trasplantes.
En el encuentro se encontraba presentes expertos en transplantes de prestigiosas universidades (Cambridge, Pittsburgh, Boston (Harvard University), Londres, Buenos Aires, Nápoles, Roma, Bolonia, Padua). Los asuntos jurídicos se fueron afrontados por miembros del Tribunal de Justicia Internacional.
Varios laboratorios de diferentes países están trabajando en estos momentos en un proyecto que pretende someter a animales a técnicas de ingeniería genética con el objetivo de producir órganos capaces de ser asimilados por el organismo humano. Se trata de un proyecto que suscita esperanzas en ciertos sectores de la comunidad científica y financiera.
En el encuentro participaron también algunos responsables de organismos de la Santa Sede que están en contacto con los organismos internacionales. Algunas de estas instituciones, como el Consejo de Europa, están examinando en estos momentos esta nueva perspectiva terapéutica y por este motivo han presentado consultas a la Iglesia católica y a otras confesiones religiosas.
Un comunicado de prensa publicado el sábado pasado por la Academia Pontificia para la Vida revela que los datos propuestos por los científicos se concentraron sobre todo en el análisis riguroso «de los problemas que presentan los transplantes de animales a hombre, no sólo desde el punto de vista del resultado técnico y del tiempo de supervivencia, sino también desde el punto de vista de la ausencia de riesgos para la salud y la vida de quien recibe el órgano, en especial ante la posibilidad de transmisión de enfermedades infecciosas».
Ahora bien, la Academia Pontificia para la Vida, según dice la nota, discutió sobre todo sobre el trasfondo ético de los transplantes procedentes de animales, es decir, «sobre su significado terapéutico, sobre las repercusiones antropológicas y éticas de la superación de las barreras entre especie y especie».
Para ofrecer un juicio ético en esta compleja materia, los expertos consideraron que es necesario tomar en cuenta todos los elementos que considera «la ética de la experimentación»: «el examen de los riesgos y beneficios, la ética de la información de los sujetos involucrados así como una más amplia información de la población, y la ética del trato de los animales involucrados en la experimentación».
Por el momento, desde el punto de vista ético, los expertos reunidos por la Academia Pontificia para la Vida consideraron que los transplantes de órganos y tejidos procedentes de animales pueden ser considerados como una «solución puente», «capaces de salvar la vida de un paciente en riesgo inminente de muerte, en espera de que pueda contar con un órgano humano compatible».
Si bien los científicos, filósofos y teólogos presentes reconocieron las esperanzas que suscita la experimentación clínica sobre el hombre de estos transplantes, aseguraron que éstas tienen que ser ulteriormente profundizadas. La Academia Pontificia para la Vida organizará, por este motivo, otros encuentros de estas características.