La iniciativa, que ha sido confirmada por la edición diaria de «L´Osservatore Romano» en italiano (29 de marzo), quiere ser «un gesto simbólico de esperanza». Fue propuesta por el padre Luigi Ciotti, fundador de la asociación «Libera» que desde 1995 agrupa a setecientas organizaciones comprometidas en la lucha contra la mafia.

El aceite procede de las amplias llanuras de la finca de Castelvetrano, en Sicilia, confiscada al jefe mafioso Bernardo Provenzano: «El sentido eclesial de esta operación me parece evidente --explica el padre Ciotti en declaraciones publicadas por el diario oficioso de la Santa Sede--: transformar en un sacramento, es decir, en un instrumento de salvación, lo que ha sido un instrumento de pecado, de violencia, de prevaricación, de muerte y de abusos».

El cardenal Poletto aceptó inmediatamente la propuesta: «He acogido con mucho gusto esta petición --comenta-- y me da mucho gusto el que en la Misa Crismal, en Turín, este signo pueda alentarnos a todos nosotros en la construcción de una sociedad más justa».

Los olivos de Castelvetrano son cultivados ahora por una cooperativa agrícola del Grupo Abel, una comunidad terapéutica fundada por el mismo padre Ciotti para la recuperación e integración social de jóvenes, en su mayoría toxicómanos.

¿Por qué hay tan pocos católicos en Japón? Responde el obispo de Okinawa

CIUDAD DEL VATICANO, 29 mar 2001 (ZENIT.org).- Entre los obispos japoneses que en estos días están visitando a Juan Pablo II, en cumplimiento de su visita quinquenal a la Santa Sede, se encuentra el obispo de Okinawa monseñor Berard Toshio Oshikawa, quien en declaraciones a «Radio Vaticano» ha explicado cuál es el motivo por el cual, en ese país de 130 millones de habitantes, hay tan sólo 447 mil católicos.