CIUDAD DE MÉXICO, 30 mar 2001 (ZENIT.org).- Más de cinco mil personas se reunieron ayer en el Palacio de los Deportes de la capital mexicana para despedir las reliquias de Santa Teresita del Niño Jesús, después de recorrer en peregrinación más de 26.000 kilómetros y visitar 35 diócesis en toda la República.
Los restos de esta muchacha (1873-1897) que, a pesar de haber fallecido a los 24 años y de haber pasado buena parte de su vida en un monasterio de clausura en Lisieux, es patrona mundial de las misiones y doctora de la Iglesia, regresan ahora a su país, Francia.
En la tarde de ayer, sus reliquias entraron en el Palacio de los Deportes, llevadas en hombros de integrantes de la Orden de Malta. En ese momento, todos los presentes estallaron en inesperadas manifestaciones de júbilo, algo realmente curioso, pues muchos de los presentes entusiastas eran religiosos y religiosas.
El nuncio apostólico, el arzobispo Giuseppe Bertello, concelebró la eucaristía junto a los representantes de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), presidida el arzobispo Luis Morales Reyes.
Monseñor Morales, al intervenir en la despedida, contrapuso el hedonismo y materialismo dominantes con la propuesta de Juan Pablo II, según la cual, la salud de la sociedad mexicana depende de la salud de la familia.
La «teología del ascensor» de Teresa Martin ha revolucionado la espiritualidad del siglo XX, pues supo dar a comprender que la santidad consiste en el abandono confiado, como el de un niño, en las manos del amor de Dios.
La última etapa de la «peregrinación» de estas reliquias, antes de despegar de la Ciudad de México, había sido Yucatán donde, según el portavoz de la arquidiócesis, el padre José Rafael Palma Capetillo, los restos fueron venerados por más de 70 mil fieles.