YAKARTA, 1 enero 2002 (ZENIT.org).- Cuatro iglesias sufrieron atentados con explosivos en la agitada provincia indonesia de Célebes Central, en las primeras horas del año, mientras que otra bomba estalló en Yakarta.
Las bombas estallaron simultáneamente en tres iglesias durante la Nochevieja, en la capital, Palu. Se trata de los templos de la Iglesia Indonesia Cristiana, la Iglesia Adventista y la Iglesia Eclesiática Pentecostal.
Un artilugio colocado en una bolsa fuera de una cuarta iglesia estalló a las 9,30, hora local, en otro templo cristiano, matando, según las primeras informaciones que nos han llegado, a dos policías que estaban examinando el paquete sospechoso.
Por el momento, la policía no ha identificado a los causantes de los atentados. Unas doscientas personas estaban en una de las iglesias cuando se produjeron los estallidos a media noche, dijo un ministro de culto. Ningún asistente al culto fue herido.
El atentado de Yakarta, según explicó la policía, fue realizado por un hombre, que hizo estallar una granada que llevaba en la mano en las afueras de un restaurante, horas antes del amanecer. Murió a causa de la deflagración.
Se temía una repetición de los atentados con bomba coordinados en iglesias durante la vigilia de Navidad de hace un año, que mataron a 19 personas. En esta ocasión, la Navidad transcurrió en la tranquilidad. El carácter sorpresa se alcanzó escogiendo otra fecha simbólica.
Los incidentes de Palu se producen menos de dos semanas después de que se alcanzaran acuerdos de paz entre cristianos y musulmanes en el área en torno a Poso, una ciudad a 90 kilómetros de Palu. Más de mil personas han muerto en los tres últimos años a causa de este conflicto local.
Un líder cristiano de Célebes Central hizo un llamamiento a la calma tras las explosiones y dijo que creía que los atentados tenían su origen en una batalla entre dos grupos étnicos por el control de un mercado de Palu. Ambos grupos son musulmanes. Las explosiones «han sido originadas por una lucha interétnica en un mercado de Palu pero algunos desean convertirlas en un asunto religioso», explica Widiyanto Suparman, del Centro de Crisis Cristiano de Poso.