«Nueva York ha redescubierto la necesidad de Dios»

Habla el padre Cogo, misionero en la ciudad desde hace 43 años

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NUEVA YORK, 10 enero 2002 (ZENIT.orgAvvenire).- La gente en Nueva York ha redescubierto la necesidad de Dios, reconoce el padre Giuseppe Cogo, misionero italiano, que vive desde hace 43 años en la «gran manzana».

Desde la parroquia dedicada a Nuestra Señora de Pompeya, cerca del Empire State Building, analiza los cambios producidos tras los atentados del 11 de septiembre.

«Afirmar que todo será como antes, es como si quisiéramos escondernos detrás de una máscara –explica el padre Cogo–. Aquí las conciencias han sido sacudidas en lo profundo, hasta tal punto que los rostros de la gente ya no son como antes. Es inevitable que todos experimenten un sentimiento de ansia, incluso nosotros, los sacerdotes».

En la gran capital financiera mundial, durante la época navideña se ha vuelto a hablar de Dios: «Es inevitable –dice el padre Cogo– como efecto del trauma. Si bien la lección dictada por la experiencia de la muerte y del dolor ha sido «educativa» para todos; se trata ahora de comprender si, tras la terrible experiencia, el pueblo estadounidense ha tomado conciencia de que no puede haber paz sin justicia global, como ha subrayado varia veces el Papa».

«Sería ilógico –añade– afirmar que tras la caída de las dos torres la ciudad es la misma de siempre. Algo ha cambiado irremediablemente dentro y fuera de los estadounidenses, que han tomado conciencia de su vulnerabilidad no sólo en la plano físico y de la seguridad, sino también psicológico y espiritual».

El misionero confiesa que ha sentido la tentación de irse, «visto el difícil momento que hemos vivido, pero no puedo abandonar a mi gente justo ahora que mi ciudad tiene tanta necesidad. No puedo dejar el campo de batalla justo cuando Nueva York ha descubierto que tiene necesidad de Dios y también de estos pequeños sacerdotes extranjeros».

Entre los parroquianos del sacerdote, los estadounidensenses no superan el 40%, mientras que la mayoría es asiática, europea o latinoamericana. A ellos el padre Cogo dirige su constante asistencia: «No es cerrando las puertas a los inmigrantes como los estadounidenses harán justicia al drama de estos meses».

En su despacho parroquial, conserva el reconocimiento oficial por su empeño personal y de toda la parroquia durante la emergencia del 11 de septiembre, firmado por el alcalde Rudolph Giuliani.

«Lo que cuenta –explica el padre Cogo– no son los diplomas, sino el haber finalmente comprendido que hay que aprender a compartir con el resto del mundo».

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ZENIT Staff

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