En su discurso el arzobispo recordó el Documento para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales en el año 2000, elaborado por el organismo vaticano que preside, se centra en la necesidad de «promover el desarrollo de los seres humanos» mediante los medios de comunicación.
«Cuando nos enfrentamos con graves injusticias, los comunicadores no pueden contentarse con decir sencillamente que su trabajo es informar de las cosas tal y como son», aclaró.
«Lo más importante para cada uno de nosotros –concluyó– es mantener nuestra integridad y credibilidad en un mundo donde impera la tentación si no de rendirse, sí al menos de llegar a un compromiso. El público no nos perdonará jamás si les traicionamos; más aún, nunca nos perdonaremos a nosotros mismos si traicionamos nuestro empeño de ser siervos de la verdad y construir una sociedad moral y justa».