Joseph D’Souza y John Dayal, respectivamente presidente y secretario general de la organización ecuménica, que vigila la protección de los derechos humanos, elevaron sus fuertes quejas después de la violencia de la noche de Navidad en Punjab y en Bengala occidental, según recogió la agencia misionera Misna.
Tres personas vestidas con el «burka» lanzaron artefactos explosivos entre la multitud de fieles que llenaban la iglesia presbiteriana de Chuyyanwali, cerca de la ciudad de Daska (a 200 kilómetros de Islamabad), en la región de Punjab. La explosión mató a tres mujeres jóvenes e hirió a quince fieles más.
Las autoridades paquistaníes han admitido que se trata de un atentado terrorista contra la minoría cristiana. El gobierno ha asegurado también que protege a los 3 millones de cristianos (entre 147 millones de musulmanes) que viven en Pakistán, subrayando la desactivación de otro atentado contra la iglesia presbiteriana de Saint Thomas, en la capital.
No menos grave fue el ataque a una iglesia de la ciudad de Maliapota (a 200 kilómetros de Calcuta), recuerda la AICC.
Igualmente en Nochebuena, una veintena de hombres armados con cuchillos, pistolas y bombas rudimentarias irrumpieron durante la celebración de la Misa obligando a los fieles a entregarles todas sus pertenencias.
Ante un intento de resistencia, los ladrones hirieron a seis personas, entre ellas un sacerdote, y huyeron con el botín. La policía considera lo ocurrido como un acto de delincuencia común.
«Los ataque a lugares de oración no pueden considerarse actos de delincuencia común, aunque sean para robar –declaró la AICC–. Existe cierta ambigüedad cuando los ladrones se sienten respaldados como para poder penetrar en un lugar sagrado durante una ceremonia».
La AICC ha reclamado a las autoridades indias la inmediata actuación para que se castigue a los responsables.