La buena noticia de la vida clausura el Congreso Teológico Pastoral en Manila

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Este fin de semana, recta final del Encuentro Mundial de las Familias

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MANILA, 24 enero 2003 (ZENIT.org).- El Congreso Teológico Internacional, con el que comenzó el Encuentro Mundial de las Familias en esta capital, concluyó este viernes con una buena noticia: una mujer filipina que participaba en la reunión dio a luz a su décimo hijo.

La buena noticia fue dada precisamente por el cardenal Alfonso López Trujillo, legado especial del Papa para el Encuentro, y presidente del Consejo Pontificio para la Familia, durante la celebración conclusiva del Congreso.

La cita continuará el sábado y el domingo con las celebraciones masivas conclusivas que podrían reunir a un total de dos millones de participantes. El sábado, los presentes podrán escuchar las palabras que el Papa les dirigirá directamente por televisión.

En la homilía de clausura del Congreso, el cardenal López Trujillo constató que se da en estos momentos «una batalla de fondo entre la luz y las tinieblas».

«En ocasiones parece que las sombras prevalecen –dijo–: abierta o furtivamente se ataca a las familias y a la vida; la violencia amenaza a la paz; y se da sobre todo la tendencia a imponer códigos éticos contra la voluntad de Dios y contra el bien del hombre».

«Muchas leyes inicuas han pasado por voluntad de algunas mayorías en los parlamentos, que hablan de «verdad política», llevando al relativismo ético que el Santo Padre condena fuertemente», continuó recordando.

Sin embargo, aseguró el cardenal colombiano, «la Iglesia está comprometida en una bella batalla histórica, utilizando las armas del Evangelio», pues de lo contrario «la ley de los fuertes prevalecería sobre los débiles».

«Estos pobres, como una nueva categoría, son los niños eliminados en el seno de sus madres; los discapacitados con enfermedades terminales; los ancianos y los enfermos de una civilización sin alma, que son considerados como pesos insoportables…».

La exhortación del cardenal a las cinco mil personas que le escuchaban, procedentes de todos los continentes, fue la de dar «la bienvenida a los niños, a las nuevas vidas con amor y responsabilidad» y a percibir «en el rostro de todo hombre y mujer el resplandor del rostro de Dios».

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ZENIT Staff

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