MANILA/CIUDAD DEL VATICANO, 26 enero 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II intervino este sábado a través de una conexión televisiva por satélite en el IV Encuentro Mundial de las Familias para asegurar que «el futuro de la humanidad se fragua en la familia».
Al pronunciar estas palabras, las 350.000 personas que le escuchaban en la explanada del «Quirino Grand Stand» de Manila irrumpieron en un aplauso, recordando la Jornada Mundial de la Juventud, que en 1995 reunió junto al Papa a más de cinco millones de personas en aquel mismo lugar (el encuentro más grande de la historia).
El Papa les dejó una consigna a quienes le escuchaban, entre quienes se encontraban familias de 75 países: «¡haced del Evangelio la regla fundamental de vuestra familia, y de vuestra familia una página del Evangelio escrita para nuestros tiempos!».
Los esposos cristianos, afirmó el Santo Padre desde la pantalla gigante, deben ser la «buena noticia para el tercer milenio testimoniando con convicción y coherencia la verdad sobre la familia».
«La familia fundada en el matrimonio es patrimonio de la humanidad, es un bien grande y sumamente apreciable, necesario para la vida, el desarrollo y el futuro de los pueblos», aclaró.
«La familia –subrayó–, como educadora por excelencia de personas, es indispensable para una verdadera «ecología humana»».
Antes de que interviniera el Papa habían tomado la palabra para ofrecer su testimonio varias familias de los cinco continentes que se desplazaron a Manila para participar en el encuentro.
Entre cánticos y vítores a Juan Pablo II, los asistentes escucharon además a otros representantes de la Iglesia, entre ellos el enviado del Papa a la reunión, el cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la familia.
Juan Pablo II hablaba desde el Vaticano, rodeado por familias inmigrantes filipinas que viven en Roma. Mientras escuchaba las intervenciones que procedían de Manila, varias veces los niños se escapaban de la mano de sus padres para sacarle una caricia al Papa vestido de blanco en primera fila.
Como consejo particular a quienes le escuchaban, el obispo de Roma recomendó rezar el Rosario, «oración de la familia y para la familia», en la que «Jesús está en el centro, se comparten con él alegrías y dolores, se ponen en sus manos las necesidades y proyectos, se obtienen de él la esperanza y la fuerza para el camino».
Al final de su intervención, Juan Pablo II anunció que el quinto Encuentro Mundial de las Familias tendrá lugar en Valencia (España), en el 2006.