El delegado episcopal para la Causa de los Santos, don Ricardo Quintana, ha declarado a Zenit que el interés del arzobispo de Madrid por estas causas de canonización está justificado porque se trata de «tres niñas y una joven muertas en el siglo XX», y esa proximidad de sus vidas a las de los jóvenes de nuestros días las convierten en un ejemplo cercano e imitable.
Con excepción de la joven Teresa González-Quevedo, que murió con 20 años habiendo profesado como novicia en las Carmelitas de la Caridad, ninguna de las otras tres niñas superaba los 14 años de edad.
Estas tres niñas nacidas en Madrid tuvieron en común una «precoz vida espiritual» y la «fama de santidad», tal como lo acreditan numerosos testigos, muchos todavía vivos. Como recuerda don Ricardo Quintana, «la fama de santidad no consiste en que hayan echo muchas cosas buenas», sino en que un gran número de personas así lo reconozca y comiencen a pedir su intercesión para obtener favores.
Los tres procesos de canonización han pasado la fase diocesana y están ya en Roma, aunque sólo una de ellas ha sido declarada venerable. Ninguna será declarada beata antes de la aprobación de un milagro.
María del Carmen González-Valerio y Saénz de Heredia, nació el 14 de marzo de 1930 y murió en Madrid el 17 de julio de de 1939. Su padre fue fusilado durante la guerra civil, y la niña ofreció su vida por la salvación de los asesinos de su padre. Es la única de las tres niñas que ya ha sido declarada venerable mediante el Decreto sobre la heroicidad de sus virtudes, publicado el 12 de enero de 1996. También hay ya un hecho extraordinario que se juzga como milagro y que está siendo cuidadosamente estudiado por la Santa Sede.
María Pilar Cimadevilla nació el 17 de febrero de 1952, y murió en Madrid el 6 de marzo de 1962. Aunque ya ha sido presentada la «positio» (especie de tesis en la que se recopila toda la información pertinente para el reconocimiento de las virtudes heroicas), todavía no ha sido declarada venerable. A «Pilina», como era conocida por sus amigos, le fue diagnosticada una enfermedad incurable. Durante su estancia en el hospital se hizo «enferma misionera», ofreciendo sus sufrimientos por todos los misioneros; por eso su vida fue presentada este año como un ejemplo para la Infancia Misionera.
Alexia González-Barros y González es la otra niña nacida en Madrid de la que se están estudiando la heroicidad de sus virtudes. Nació el 7 marzo de 1971 y murió en Pamplona el 5 de diciembre de 1985. Cuando todavía no había cumplido 14 años, se le declaró un tumor maligno que en poco tiempo la dejó paralítica. Los sufrimientos de su enfermedad los ofreció «por la Iglesia, por el Papa y por los demás». También en este caso ya ha sido presentada la «positio», que está siendo estudiada en Roma.