El padre Padilla, nacido el 29 de septiembre en Tubao, diócesis de San Fernando de la Unión (Filipinas), fue nombrado superior de la misión «sui iuris» en Mongolia el 19 de abril de 1992, convirtiéndose por así decir en el superior de la Iglesia católica en el país.
El 30 de abril de 2002 fue nombrado primer prefecto apostólico de Ulan Bator, la capital. El nombramiento del nuevo obispo es visto en ambientes vaticanos como un signo positivo para la preparación de un posible viaje de Juan Pablo II al país.
El anuncio de su elevación a la dignidad episcopal fue publicado por la Sala de Prensa de la Santa Sede el 2 de agosto.
El 8 de julio pasado, Joaquín Navarro-Valls, director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, confirmó que el Gobierno de Mongolia y monseñor Padilla han invitado al Papa, pero que el viaje pontificio, que en un primer momento se había previsto para este mes de agosto, ha sido aplazado.
En estos momentos, en el país hay casi 200 católicos, que conforman una comunidad renacida tras la desaparición del régimen comunista a inicios de los años noventa.
República asiática situada entre Rusia y China, Mongolia cuenta con unos 2.600,000 habitantes, de los cuales el 96% son budistas, y el 4% musulmanes.
La asistencia espiritual tiene lugar gracias a una parroquia, 9 sacerdotes y 17 religiosas (entre ellas misioneras de la Madre Teresa de Calcuta), 5 centros educativos y un instituto de beneficencia. En el último año se bautizaron 20 nuevos católicos.
Mongolia y la Santa Sede entablaron relaciones diplomáticas en 1997.