ASÍS, 26 agosto 2003 (ZENIT.org).- ¿Cuál es la responsabilidad del cristiano en la aldea global? Esta es la pregunta a la que ha respondido la semana teológica anual organizada por el Movimiento Eclesial de Compromiso Cultural (MEIC) en Asís.
El encuentro, concluido este lunes, buscaba entre otras cosas preparar la Conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio, que se celebrará en Cancún (México) del 10 al 14 de septiembre de 2003.
«La globalización no es un destino, es un desafío», subrayó Giuseppe Lorizio, profesor de teología de la Universidad Pontificia Lateranense de Roma. Por este motivo, añadió, estamos llamados a orientar este cambio a la luz de los valores cristianos.
En este sentido, tiene una importancia decisiva la tarea de educación, opinó Luigi Alici, profesor de filosofía de la Universidad italiana de Macerata. Es urgente, según Alici, «volver a unir el hilo roto entre las generaciones» para dar vida a una cultura auténticamente solidaria.
«La industria cultural y la industria de la comunicación publicitaria quieren crear lazos débiles [entre las personas] para imponer más fácilmente sus propios productos a nivel planetario», consideró por su parte el presidente del MEIC, Renato Balduzzi.
Para afrontar este fenómeno característico de una cierta forma de concepción de la globalización, los cristianos tiene que ser capaces de «poner en relación libertad y búsqueda de la verdad para no encerrarse en falsas libertades, que no son más que máscaras de la dependencia cultural y económica», subrayó Balduzzi.
«La verdadera libertad no es la libertad de las relaciones intensas, o menos aún, de cualquier tipo de relaciones, sino más bien la capacidad para trazarse el propio recorrido de liberación, reforzando los lazos familiares y de trabajo, las propias raíces religiosas y éticas».
Más información en http://www.meic.net.