«Es necesario que las personas y las comunidades religiosas manifiesten el más neto y radical rechazo de la violencia, de toda violencia, desde la que pretende disfrazarse de religiosidad, recurriendo incluso al nombre sacrosanto de Dios para ofender al hombre», explica Navarro-Valls en una nota.
Sus palabras citan el discurso que pronunció Juan Pablo II a los líderes religiosos del mundo que se reunieron en Asís, el 24 de enero de 2002, para participar en la Jornada de oración por la paz, tras los atentados del 11 de septiembre del año anterior.
«La ofensa al hombre es, en definitiva, ofensa a Dios. No existe ninguna finalidad religiosa que pueda justificar la práctica de la violencia del hombre contra el hombre», afirmó el Papa en aquella ocasión.
La delegación vaticana en el encuentro será presidida por el cardenal eslovaco Jozef Tomko, prefecto emérito de la Congregación para la Evangelización de los pueblos.
Contará con la participación del arzobispo Renato R. Martino, presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz; así como del obispo Pier Luigi Celata, secretario del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.
En su comunicado, «la Santa Sede expresa fervientes deseos de éxito para el encuentro de Astana y espera que contribuya a promover la paz y la concordia de la familia humana en el respeto de los derechos de toda persona».
La visita de Juan Pablo II, que tuvo lugar a finales de septiembre de 2001, se ha convertido en uno de los momentos más importantes para la promoción del diálogo interreligioso en Kazajstán, ex república soviética de algo menos de 17 millones de habitantes, de los que el 47% son musulmanes, y el 44% ortodoxos.