San Francisco, guía para una ecología «sabia»

Entrevista con Roberto Leoni, presidente de la Fundación Hemana Naturaleza

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ROMA, miércoles, 18 agosto 2004 (ZENIT.org).- En medio de visiones ecológicas catastrofistas y a veces contradictorias, san Francisco de Asís se convierte hoy en un auténtico guía para una ecología «sabia».

Por este motivo, la Fundación Hermana Naturaleza ha impreso por primera vez después de ocho siglos el facsímil del Códice 338, en el que se recogen las fuentes franciscanas más antiguas, los escritos del «poverello» de Asís, y la primera redacción de su «Cántico de las criaturas».

Para comprender mejor qué puede decir hoy san Francisco a quienes luchan por preservar y respetar la naturaleza, Zenit ha entrevistado al presidente de la Fundación, Roberto Leoni.

–¿Qué le dice san Francisco a un ecologista?

–Roberto Leoni: La Fundación Hermana Naturaleza surgió como asociación en 1991, recibiendo el 12 de septiembre de ese año el aliento de Juan Pablo II. El objetivo era el de contribuir al desarrollo de una correcta cultura del ambiente, fundada en la enseñanza cristiana de san Francisco de Asís.
Por un lado, se buscaba responder al hecho de que los cristianos estaban poco presentes en este campo; por otro lado, habíamos constatado que la cuestión ambiental estaba monopolizada por planteamientos ideológicos y emotivos catastrofistas, científicamente incorrectos, y éticamente desorientados. ¿Cómo es posible defender el ambiente, y por tanto la vida, y ser favorable al aborto? ¿Cómo se puede tutelar la biodiversidad y las especies autóctonas y favorecer la fecundación artificial externa a la pareja?

En 2001, después de una década en la que publicamos documentos como el «Decálogo de la ecología sabia» o la «Carta deontológica del desarrollo sostenible», nos convertimos en una fundación. Desde entonces hemos profundizado en la relación entre economía y desarrollo, descubriendo como «síntesis a priori» la economía solidaria.

Este recorrido lo hemos realizado con importantes encuentros, en los que han participado, entre otros, el cardenal Giovanni Battista Re, prefecto de la Congregación vaticana para los Obispos, y por el director del Banco Central de Italia, Antonio Fazio.

–Ahora publican en facsímil el Cántico de las Criaturas. ¿Qué tiene que ver esto con una fundación de ecología?

–Roberto Leoni: Consideramos que es un texto de orientación para toda la humanidad. Siempre nos hemos comprometido a difundirlo y a darlo a conocer. La primera redacción del Cántico está en el Códice 338, en el que se recogen las fuentes franciscanas más antiguas.

En ocho siglos, este códice sólo ha podido ser visto, leído y estudiado por pocos estudiosos. Por este motivo, la Fundación Hermana Naturaleza ha realizado por primera vez en la historia la impresión en facsímil de todo el Códice 338. Se han tirado 950 copias, enumeradas, que ahora están a la disposición de todos.

El Códice 338 no es sólo la raíz del franciscanismo, sino también de una sabia ecología, de la que el mundo tiene una necesidad urgente. No estallará la tierra, como dice un conocido catastrofista, sino que estallarán los hombres, pues olvidan de dónde vienen y adónde van.

–Y sin embargo, algunas corrientes radicales dicen inspirarse en san Francisco. ¿Cuáles son las lecciones de vida del santo?

–Roberto Leoni: Los méritos de san Francisco de Asís son inmensos. Los sintetizo metafóricamente en la narración de la institución del Nacimiento de Greccio que nos ha llegado por la leyenda «Major», en la que se dice que, antes de hacer la representación del Nacimiento, el fraile pidió permiso al Papa para que el gesto no apareciera como un «deseo de novedad».

En esta expresión se encuentra toda la inmensidad de Francisco: innovador, en la profundidad y no en la superficialidad; totalmente fiel a Cristo y a su Iglesia.

Sus enseñanzas siempre han corrido el riesgo de ser tergiversadas, desde la Edad Medial con el pauperismo de algunos frailes hasta la confusión que más recientemente se ha creado entre la enseñanza de Francisco y la política.

La única bandera que siguió san Francisco fue la Cruz de Cristo. San Francisco nos guía incluso en uno de los desafíos modernos más complicados: el de la relación con las demás religiones, en particular con el Islam. No lanzó una cruzada, sino que se fue a dialogar con el sultán; dialoga porque tiene una fuerte e inquebrantable identidad cristiana. Se fue a ver al sultán para comprender y para llevar la buena nueva…

–¿Cuáles son, según usted, los conceptos que caracterizan a la visión cristiana del ambiente?

–Roberto Leoni: Por desgracia, parte del las corrientes ideológicas tienen un carácter ideológico y político; otras tienen un origen emotivo, una especie de inocencia superficial y contradictoria.

La contraposición entre la naturaleza buena y el hombre que todo lo arruina no corresponde a la realidad. La naturaleza, descrita siempre al borde de la catástrofe, es una exageración.

San Francisco nos enseña que la naturaleza ha sido creada, que el hombre debe ser un cariñoso y atento custodio de las criaturas, pues son su hermano y su hermana, en la alabanza al Señor.

El cristiano sabe que el pecado original ha trastocado al hombre y que por este motivo debe prestar particular para custodiar la naturaleza, con atención cariñosa, tutelando y corrigiendo para transmitirla a sus hijos.

En este sentido, el cristiano se funda en la sabiduría más antigua y más moderna, en la ética, en la ciencia, y en la tecnología, sin rechazar nada a priori, sino haciendo siempre atentas evaluaciones de compatibilidad.

El cristiano está comprometido desde siempre, pero hoy más que nunca, en la construcción de una economía solidaria, la única que puede garantizar un desarrollo sostenible. Tenemos que superar el capitalismo y el colectivismo, el catastrofismo y el ciego abuso de los recursos.

Podemos hacerlo recuperando los valores de la templanza, de la capacidad para compartir, del sacrificio y de la mortificación. No estoy proponiendo que volvamos al cilicio y a pasar hambre, pero si bajáramos dos grados los radiadores y subiéramos dos grados el aire acondicionado, resolveríamos con ese ahorro muchos problemas.

Si en las finanzas se adoptaran las obligaciones éticas que proponemos, al igual que instrumentos de finanza ética concreta, se emprendería una economía solidaria.

Lo que estoy diciendo no es utopía. En todo caso locura franciscana: la locura de todos los cristianos que, convirtiéndose día a día, quieren aplicar las enseñanzas de Jesús, cada uno en lo que puede y en lo que sabe.

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ZENIT Staff

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