BRUSELAS, domingo, 22 agosto 2004 (ZENIT.org).- El 9 de octubre de 1996 139 chicas del Colegio Saint Mary de Aboke (Uganda) fueron secuestradas por niños soldados. Una religiosa comboniana logró rescatar a 109 de ellas, pero de otras 30 se perdió el rastro.
Ahora, la periodista belga Els de Temmerman cuenta la historia de dos testimonios de estas muchachas y el de un niño guerrillero en el libro «Las muchachas de Aboke» (Le ragazze di Aboke), editado en Italia por la editorial Ares.
El libro describe la lucha de la Hermana Rachele, la vicepresidenta de la escuela Saint Mary, para liberar a las niñas, que estaban en manos del Ejército de Resistencia del Señor (LRA).
Els de Temmerman ha fundado varias entidades en Uganda para intentar solucionar o paliar esta tragedia.
–¿Cómo se involucró en la tragedia de las adolescentes de Aboke?
–Temmerman: Supe de la historia de estas chicas cuando visité el norte de Uganda en diciembre del 1998 como periodista. En un jardín de un asistente social conocí a un chico que fue secuestrado durante años, y que a su vez se vio forzado a secuestrar a las chicas de Aboke.
Este chico me contó historias horribles y pensé: «Si es cierto, ¿cómo puede ser que el mundo no lo sepa?». Sentí que era mi responsabilidad ante los problemas de estos chicos y chicas. Es la razón que me llevó a escribir este libro.
Me fascinó la historia que este chico me explicó de la hermana Rachele Fassera, la religiosa italiana que ofreció su vida a cambio de 139 de las chicas secuestradas. Admiré el coraje de esta religiosa. Pensé que ella podría servir de puente entre Europa y África para mi libro.
–¿La tragedia habría sido peor sin las religiosas combonianas?
–Temmerman: Ciertamente. Sin la actuación heroica de la hermana Rachele, las cosas habrían sido mucho peores. Se las arregló para rescatar a 109 de las muchachas. Lamentablemente, tuvo que dejar atrás a otras 30. Durante años, ha hecho campaña por el mundo pidiendo la liberación de estas chicas. Visitó a Juan Pablo II, a Kofi Annan, Bill Clinton y Nelson Mandela, así como a los presidentes de Sudan, Uganda, Libia y Zimbabwe.
El secuestro de Aboke fue el primero en el norte de Uganda que tuvo eco internacional, gracias a los esfuerzos de la hermana Rachele y de su congregación, las Misioneras Combonianas.
–¿Decidió crear las dos ONG que ha fundado al descubrir la realidad de estos secuestros como periodista?
–Temmerman: Incluso antes de que el libro fuera publicado, ya había decidido donar los beneficios para pagar los costes escolares a niños que hubieran estado secuestrados.
Dado que en el Norte de Uganda no había ninguna organización que llevara a cabo un proyecto de este tipo, fundé mi propia organización, juntamente con mi marido y algunos amigos belgas. Durante años he estado dando conferencias en Bélgica para obtener fondos para este programa de becas.
En estos momentos, estamos pagando las tarifas a más de mil cuatrocientos chicos y chicas, la mayoría en la escuela secundaria y cinco en la universidad.
En 2003, el gobierno belga fundó un centro de rehabilitación para estos chicos en Lira. Lleva el nombre de la Hermana Rachele. En ocho meses, el centro ha rehabilitado a mil trescientos muchachos que se escaparon o que fueron rescatados por el ejército ugandés.
–¿Qué quiere el Ejército de Resistencia del Señor?
Temmerman: Desde el 1994, miles de niños son secuestrados en el norte de Uganda por el Ejército de Resistencia del Señor (LRA). Es un movimiento guerrillero liderado por Joseph Kony, que se autodenomina un profeta cristiano.
Chicos y chicas, algunos de cinco años solamente, son apartados de sus casas y escuelas y los conducen al vecino Sudán. Allí reciben formación básica militar y son usados como soldados baratos para luchar en Sudán y en Uganda.
El LRA usa formas extremas de terror y brutalidad para conseguir la obediencia de los niños.
Entre un 30% y un 40% de los secuestrados son niñas. Ya a los doce años son entregadas como «esposas» a los militares. En realidad, se convierten en esclavas sexuales. En los campos del sur de Sudán del LRA nacen muchos niños. La idea de Kony sería que hubiera más niños soldados para un día poder destronar al gobierno de Uganda.
Estamos hablando de más de 30.000 niños secuestrados desde 1994. Muchos escapan, sufren desnutrición y tienen muchas enfermedades. Pero lo menos visible y más difícil de curar son los traumas psicológicos, como el miedo y la rabia hacia una sociedad incapaz de protegerles.
La educación es la mejor manera de rehabilitarles, para que puedan recuperar la autoestima. Para ello creamos la asociación «Abducted Children Uganda» (Niños Secuestrados en Uganda) en Bélgica. Hemos conseguido ya que 1.400 niños secuestrados regresen a la escuela.
–¿Cuál es el papel del país vecino, Sudán?
–Temmerman: El apoyo del Sudán ha sido básicamente un respuesta al supuesto apoyo de Uganda al Ejército de Liberación del Pueblo Sudanés (SPLA, Sudan People’s Liberation Army).
Estos rebeldes del sur del Sudán desde 1983 luchan contra la sharia (ley islámica), la persecución de los cristianos por parte del gobierno musulmán de Sudán, e intentan extraer los bienes del sur, como el petróleo.
Al mismo tiempo, Kony y su ejército de niños soldados ha sido usado por el mismo gobierno de Sudán para luchar contra el SPLA. Porque, como dijo un ex niño soldado, «los niños son los mejores luchadores: son obedientes, manipulables, valientes, rápidos y baratos».
–¿Tiene miedo, después de haber vivido de cerca todo esto?
–Temmerman: Hubo momentos en que sí, cuando estaba en el norte de Uganda, especialmente en julio del 2002, cuando mi nombre apareció en la lista de personas que quería matar el Ejército de Resistencia del Señor.
Tomé varias precauciones en ese momento. Viajé al norte de Uganda con guardias de seguridad y a veces viajé en un «mamba», un coche blindado.
Tuve mucho miedo de nuevo en octubre del 2003, cuando los rebeldes lanzaron ataques a 4 kilómetros de nuestro centro de rehabilitación en Lira. El ejército nos proporcionó una treintena de soldados para proteger el centro. Lo que nos importa es la educación de estos niños, y que el mundo sepa lo que está ocurriendo.