Los obispos de Sudán denuncian la «limpieza étnica» de Darfur a la comunidad internacional

AL GENINA, lunes, 30 agosto 2004 (ZENIT.org).- Preocupados por la «trágica situación de Darfur», «como pastores y ministros no podemos ignorar el aniquilamiento de un grupo étnico íntegro, cualquiera que sea su credo, sexo o clan de pertenencia», denuncian los obispos católicos de Sudán en una declaración difundida el pasado miércoles.

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En el occidente sudanés, Darfur siempre ha sido considerado como una fuente de «mano de obra barata y de reclutamiento para el ejército», empleada principalmente en las guerras civiles del país, explican los prelados.

Lo cierto es que –según afirma la declaración– el gobierno de Sudán nunca ha admitido, en los últimos 10 ó 15 años la existencia de la rebelión en Darfur, pero a través de los medios de comunicación ha propagado la idea de que las agitaciones en la región se deben a robos y pillajes.

«Terror, violación, tortura, asesinato y esclavitud» caracterizan la situación diaria en Darfur, donde en el último año y medio se han registrado 35 mil muertos y ya hay dos millones de desplazados internos, mientras que se cuentan 200 mil personas refugiadas en el vecino Chad –alertan los prelados sudaneses–.

Es consecuencia de la violencia iniciada en febrero de 2003. Entonces, dos grupos rebeldes nacidos como fuerzas de autodefensa populares –el «Movimiento para la Justicia y la Igualdad» (JEM) y el «Ejército-Movimiento de liberación de Sudán» (SLA-M)– se alzaron en armas contra el gobierno de Jartum.

A éste último se acusa de abandonar Darfur porque su población es mayoritariamente negra y de financiar a las milicias «Janjaweed» –salteadores árabes activos en el occidente sudanés–, que desde hace años siembran muerte y destrucción entre las poblaciones no árabes.

De ahí que los obispos católicos de Sudán hagan un llamamiento a las Naciones Unidas y a la comunidad internacional para que ejerzan presión sobre el gobierno del país africano no sólo para que deje de armar a las milicias «Janjaweed», sino para que las desarme inmediatamente y lleve ante la Justicia a sus miembros.

«Si el gobierno de Jartum no quiere asumir sus responsabilidades entonces pedimos a la comunidad internacional que intervenga inmediatamente. El tiempo es un factor crucial para salvar vidas preciosas e inocentes», alertan los prelados.

En su declaración, los obispos reclaman la responsabilidad de quien ha armado a los «Janjaweed», quienes «no podían haber comprado armas y municiones», pues «carecen de fondos para pagar estos armamentos» y «no tienen aviones con que bombardear a los civiles inocentes».

Dirigiéndose al gobierno sudanés, los obispos católicos le exhortan a que abra las puertas a las agencias humanitarias, a fin de que puedan llevar al país alimentos y medicinas y protejan a los desplazados.

Igualmente piden al gobierno de Sudán que «dé pasos positivos como gobierno cuyo primer interés es la protección de la vida y el respeto de la dignidad de sus ciudadanos, y se siente y negocie una solución justa y pacífica al conflicto».

Advirtiendo que «la guerra no es el mejor modo para resolver los problemas», los prelados piden a ambas partes en conflicto que se sienten en la mesa de negociaciones «para lograr una solución justa y pacífica a la situación».

Tanto el JEM y el SLA-M como el gobierno sudanés son llamados por los prelados a «aceptar la invitación de los intermediarios para hallar» una solución pacífica a la crisis.

«Rogamos también a la comunidad internacional que evite ulteriores discusiones y transigencias. Pedimos a todas las autoridades implicadas que dejen de politiquear. Lo que está en juego es la vida de cientos de miles de personas inocentes (…). No hay espacio para más declaraciones, discusiones o deliberaciones. Es el momento de actuar para salvar a gente inocente», exhortan.

Pidiendo a las Naciones Unidas «que asuma sus responsabilidades», los obispos católicos de Sudán afirman que «el holocausto de la etnia africana en Darfur es una limpieza étnica».

Este lunes vence el «ultimátum» de las Naciones Unidas al gobierno sudanés para que deje de apoyar a las milicias «Janjaweed». Si Jartum no lo respeta, se enfrenta a sanciones económicas.

Mientras, prosiguen las conversaciones de paz en Abuja (Nigeria) entre el gobierno de Sudán y los dos movimientos de la guerrilla en Darfur. Está presente en calidad de observador la «Comunidad de San Egidio», que ha enviado una delegación a las negociaciones.

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ZENIT Staff

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