CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 1 enero 2005 (ZENIT.org).- Atención y oración constante está ofreciendo Juan Pablo II por la tragedia desencadenada por un terremoto y los sucesivos maremotos originados en el sureste asiático: la cifra de fallecidos aún es indeterminada (podría superar los 600 mil), igual que el número de desaparecidos, mientras que los heridos y desplazados se cuentan por millones.
Al amanecer del 26 de diciembre se registró un seísmo de magnitud 9 en la escala de Richter con epicentro en la costa oeste de Aceh, provincia septentrional de la isla indonesia de Sumatra, que desencadenó una serie de violentos maremotos (o «tsunamis» –olas gigantes y velocísimas–) que llegaron incluso al continente africano.
Las últimas cifras, provisionales, sitúan entre 130 mil y 150 mil el número de víctimas mortales –miles son turistas– por estos fenómenos: en Indonesia rondan las 80 mil (principalmente en Aceh), en Tailandia podrían alcanzar las 10 mil, una cifra que se superaría en la India (el archipiélago de Andaman y Nicobar y el Estado de Tamil Nadu, las zonas más golpeadas), en Sri Lanka se habla de cerca de 30 mil; decenas de muertos ha habido también en Malasia, Myanmar (Birmania), Maldivas y Somalia, mientras que se van contabilizando algunos en Bangladesh, Tanzania y Kenia. Los desplazados superan los 5 millones, según recientes estimaciones.
La prensa internacional se hacía eco el viernes de las noticias catastróficas que llegan de Aceh, inaccesible desde hace más de dos años a causa de la guerra con los separatistas. De acuerdo con el embajador indonesio en Malasia, H. Rusdihardjo, sólo en Aceh los muertos podrían ser 400 mil, dada la densidad de poblaciones de las que no han vuelto a llegar señales de vida. De confirmarse esta hipótesis, se teme que la cifra de vidas perdidas supere las 600 mil.
Recogido en oración por las víctimas y sus familias, el Papa ha seguido constantemente la evolución de la tragedia manteniendo contacto con los nuncios apostólicos de las zonas afectadas, confirmaba «Radio Vaticano» el lunes pasado.
El mismo día de la catástrofe, tras rezar el Ángelus junto a miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro en el Vaticano, Juan Pablo II expresaba su deseo de que «la comunidad internacional se afane para llevar alivio a las poblaciones afectadas», a la vez que aseguraba la oración y «nuestra solidaridad por cuantos sufren».
El Santo Padre dispuso el envío de una primera ayuda de su parte a las poblaciones de los países afectados por el terremoto y el maremoto. «Por encargo de Su Santidad, el Consejo Pontificio “Cor Unum”, a través de las respectivas representaciones pontificias, ha enviado ayuda de urgencia a Sri Lanka, India, Tailandia, Indonesia y Somalia», confirmó el martes un comunicado de este dicasterio, «brazo de la caridad» del Papa.
El Consejo Pontificio constató además que «en la Iglesia, como en todas partes del mundo, se ha alzado unánime un coro de solidaridad fraterna con respuestas concretas a los llamamientos de las poblaciones golpeadas», como es el caso de la Conferencia Episcopal Italiana, que ha destinado 3 millones de euros, o de la red de «Caritas» (www.caritas.org), que ya ha reunido más de 2 millones de dólares estadounidenses.
«“Cor Unum”, que en nombre del Papa sigue de cerca la evolución de los acontecimientos y la obra de las distintas organizaciones eclesiales, hace un llamamiento para que, individual y comunitariamente, apoyen con generosidad el compromiso de las respectivas Iglesias locales y de sus organizaciones caritativas a fin de que se pueda poner en marcha lo antes posible el programa de rehabilitación de las poblaciones tan duramente golpeadas por la devastadora calamidad», exhorta el comunicado.
Juan Pablo II renovaba el miércoles su petición de ayuda y oración por las víctimas al conocerse la dimensión que iba adquiriendo la tragedia.
«La comunidad internacional y muchas organizaciones humanitarias se han movilizado rápidamente para las ayudas –dijo en el Aula Pablo VI al concluir la audiencia general con miles de peregrinos de todo el mundo–. Así lo están haciendo también numerosas instituciones caritativas de la Iglesia».
«En el clima navideño de estos días invito a todos los creyentes y hombres de buena voluntad a contribuir generosamente con esta gran obra de solidaridad hacia la población ya duramente probada y expuesta ahora al riesgo de epidemias», prosiguió asegurando una vez más su oración y cercanía con todas las víctimas.
El director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls, confirmó que en la medianoche del 31 de diciembre Juan Pablo II celebraría la Santa Misa en su capilla privada por todas las víctimas del maremoto en el sudeste asiático, por sus familias y por cuantos colaboran en la ayuda de estas poblaciones.
Los efectos a largo plazo de las epidemias que amenazan las regiones arrasadas «pueden ser tan devastadores como el “tsunami” por sí mismo y multiplicar el número de víctimas», alertó el coordinador de Ayuda de Emergencia de la ONU, Jan Egeland
A esta circunstancia, al temor de la repetición de nuevos seísmos y a la falta de agua potable, alimentos y alojamiento se une el que enfrentan los desplazados cuando regresen a sus casas en Sri Lanka, donde las olas gigantes han desenterrado minas anti-persona.
Los 162 miembros de la Confederación internacional de Caritas están respondiendo juntos a la emergencia. La ayuda sobre el terreno tiene lugar gracias a la presencia de sus miembros locales y de la movilización de las Iglesias locales. En la India, en las zonas afectadas, las diócesis han abierto sus escuelas e iglesias para acoger las víctimas.
«Caritas India» y «Caritas Sri Lanka» hacen un llamamiento especial para que, pasados los primeros días de la emergencia, la situación en la que han quedado todos los países afectados no caiga en el olvido
El gobierno indio ha pedido la colaboración de «Caritas India» para atender a la población afectada por el maremoto en las regiones de Tamil Nadu, Andra Pradesh y las islas Nicobar. El organismo católico de ayuda en la India apoyará además a Sri Lanka –uno de los países más afectados, pues el «tsunami» barrió la isla– en la atención de la emergencia.
Por su parte, «Catholic Relief Services» (CRS) –la agencia oficial internacional de la comunidad católica de los Estados Unidos para ayuda y desarrollo, que atiende a poblaciones de casi un centenar de países sin diferenciación de raza, credo o nacionalidad— se ha comprometido a una ayuda de 25 millones de dólares estadounidenses para la situación de emergencia y programas de rehabilitación a largo plazo de las poblaciones devastadas por el «tsunami» del 26 de diciembre, confirma un comunicado enviado a Zenit.
Los fondos –que podrían incrementarse según lleguen nuevas estimaciones de la gravedad de la situación– se orientarán inicialmente a la India, Indonesia, Sri Lanka y Tailandia, pero también podrían extenderse a Birmania, Somalia y Madagascar. Más información en www.catholicrelief.org.
El apoyo a las víctimas del maremoto se puede canalizar, entre otras formas, a través del organismo de la caridad de Juan Pablo II haciendo llegar aportaciones a la Cuenta Corriente Postal n. 603035, a nombre de Pontificio Consiglio COR UNUM – 00120 Città del Vaticano, indicando el motivo: «emergencia Asia».