Los «matrimonios» homosexuales distorsionan de la noción de matrimonio

Habla Rafael Navarro Valls, Secretario de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación

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MADRID, sábado, 8 enero 2005 (ZENIT.orgVeritas).- El catedrático y académico Rafael Navarro Valls opina en esta entrevista concedida a la agencia Veritas que la aprobación por parte del gobierno español del anteproyecto de ley que legaliza los matrimonios entre homosexuales, transformará «las relaciones familiares en simples relaciones socio-asistenciales o sexuales, produciendo un impacto negativo en el ecosistema de la familia conyugal».

En la entrevista que publicamos a continuación, el secretario General de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, analiza el impacto jurídico y social que tendría esta Ley y hace una valoración política de la decisión del Gobierno.

–¿Por qué cree que el Gobierno tiene tanta prisa en aprobar una Ley de tanta envergadura que por otro lado parece no ajustarse a una demanda social mayoritaria? ¿Ve alguna intencionalidad política en que se haga en período de vacaciones navideñas?

–Rafael Navarro Valls: La postura de Zapatero en el tema de los matrimonios gays me recuerda la posición de Clinton al principio de su primer mandato sobre un tema similar (el Ejército y los gays) en EE.UU.

Creo que Zapatero quiere «despachar» cuanto antes los temas que sabe polémicos, para dejar para la segunda parte de su mandato los temas que «dejen mejor recuerdo» para sus electores.

Sin embargo, Clinton en sus «Memorias» se arrepiente precisamente por sus prisas iniciales. Dice, en concreto, que muchos norteamericanos le achacaron que «era un radical encubierto, al que le habían arrancado su máscara de moderación».

Algo similar le puede suceder a Zapatero. Se enajenará la oposición de muchos católicos y de personas moderadas, que no entienden la radicalidad de una medida (integrar la unión de personas del mismo sexo en el matrimonio) que desvirtúa la configuración institucional del matrimonio y que bastantes opinan que es inconstitucional.

Sobre todo, después del dictamen del Consejo de Estado que ha sugerido otras medidas jurídicas y se ha opuesto decididamente al matrimonio entre personas del mismo sexo. El que lo haya hecho en plenas Fiestas navideñas, además, parece una provocación innecesaria cuando la Iglesia está intentando mejorar las relaciones con el Gobierno.

–Aunque el Informe del Consejo de Estado que desaconseja la propuesta del Gobierno no sea vinculante ¿qué supone que el Gobierno no lo tenga en cuenta?

–Rafael Navarro Valls: El Consejo de Estado integra a juristas de gran prestigio en los medios jurídicos españoles. Ignorar sus informes y recomendaciones es, cuanto menos, una imprudencia jurídica notable.

En el concreto tema del matrimonio entre personas del mismo sexo producirá efectos muy lesivos para la sociedad española. Aplicar el bisturí a una institución jurídica tan delicada como es el matrimonio supone atacar en carne viva, y contraer una grave responsabilidad para el futuro.

Me da la impresión de que el Gobierno está actuando con una gran frivolidad, una notable ignorancia y un desconocimiento de las consecuencias que una medida de ese tipo tendrá en el tejido social.

–¿Qué valoración hace usted de los puntos más importantes del dictamen del Consejo de Estado?

–Rafael Navarro Valls: Lo que el Consejo de Estado afirma es : 1) Existe un derecho constitucional al matrimonio entre hombre y mujer; 2) No existe un derecho constitucional a la unión de personas del mismo sexo; 3) No aceptar un matrimonio entre homosexuales no puede calificarse de discriminatorio, ni desde la perspectiva de la Constitución española ni desde la óptica de las Declaraciones Internacionales de Derechos; 4) A través de figuras jurídicas distintas del matrimonio, pueden concederse algunos efectos jurídicos a las uniones entre homosexuales.

Lo que viene a decir el Consejo de Estado es que si las instituciones (entre ellas el matrimonio) pueden ser adaptadas al espíritu de los tiempos, esta adecuación no puede hacerse en términos que las hagan irreconocibles por la conciencia social de cada tiempo y lugar.

Así ocurriría si el Gobierno optara por reconocer «un derecho al matrimonio» de las parejas homosexuales. Como concluye el dictamen, «se forzarían los principios articuladores del matrimonio, de acuerdo con la concepción (heterosexual) que actualmente impera tanto en España como en Europa».

–¿Qué opina como jurista del anteproyecto de Ley que propone el Gobierno?

–Rafael Navarro Valls: Creo que distorsiona la noción de matrimonio. Transforma las relaciones familiares en simples relaciones socio-asistenciales o sexuales, produciendo un impacto negativo en el ecosistema de la familia conyugal.

No hay que olvidar que el modelo matrimonial de Occidente no pretende esos reducidos efectos. Lo que pretende es, junto al amor de los cónyuges, potenciar un estilo de vida que asegura la estabilidad social y el recambio de las generaciones.

–¿Qué consecuencias jurídicas y sociales tendría la Ley en el caso de que finalmente fuera promulgada?

–Rafael Navarro Valls: La cuestión del matrimonio entre personas del mismo no parece que sea de tal importancia que merezca la desproporcionada reacción legal de alterar el rasgo más significativo del matrimonio en toda su historia.

Piense que en el último censo realizado en España y hecho público en agosto de este año, las parejas homosexuales que conviven y se han censado suman 10.474 del total de 9.563.723 de parejas censadas. Es decir, solamente el 0,11% del total de las censadas en España.

Por otra parte, las uniones entre homosexuales se han calificado de «uniones de porcelana», por la altísima incidencia del divorcio. En el último estudio realizado en Noruega y Suecia (Congreso de la Population Association of America, abril 2004) se ha advertido que la probabilidad de divorcio en las parejas gays es un 35% más alto que en las uniones heterosexuales: en las lesbianas se triplica. Un ejemplo: el primer «divorcio» en Canadá de un matrimonio de lesbianas se ha producido después de tan sólo 5 días de producida la unión legal.

La admisión del matrimonio homosexual ampliará la cuña del divorcio (ya de por sí amplia en el matrimonio heterosexual), produciendo una erosión importante en el mismo corazón de la unión conyugal.

Esto hará algo más que proporcionar una salida rápida del matrimonio: cambiará las reglas para su entrada en él. Un divorcio rápido está diciendo a los futuros cónyuges que inviertan menos en la comunidad marital, por lo que no debe sorprender que cada vez esperen menos de ella.

Prestar una mayor atención al desequilibrio en el ecosistema familiar que producirá el llamado «matrimonio gay» no es muestra de homofobia alguna, sino de sensatez jurídica y respeto a las instituciones milenarias.

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ZENIT Staff

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