ROMA, lunes, 17 enero 2005 (ZENIT.org).- El tema de la Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos, que en buena parte del mundo comienza este martes, constituye un programa de vida para todo cristiano, afirma un grupo ecuménico italiano.
El octavario se celebra en numerosos países del 18 al 25 de enero de 2005 en torno al lema «Cristo, único fundamento de la Iglesia» (1 Corintios 3, 1-23).
Para presentar la semana, han escrito un comentario a seis manos el obispo Vincenzo Paglia, presidente del Secretariado de la Conferencia Episcopal Italiana para el ecumenismo y el diálogo, el arcipreste Traina Valdman del Vicariato Ortodoxo Rumeno de Italia, y el doctor Gianni Long, presidente de la Federación de las Iglesias Evangélicas en Italia.
Para los tres representantes de las iglesias cristianas el tema propuesto «brinda la oportunidad de reflexionar sobre los modos en que Cristo es percibido como fundamento de su Iglesia».
Haciendo referencia a la situación actual, se sugiere que «sería quizás oportuno que las Iglesias en su interior y cada cristiano en su misma comunidad, meditaran sobre lo que ocurre cuando perdemos de vista que Dios –y no nosotros– debe ser puesto en el centro de nuestro universo como creador y dador de dones».
Citando la carta de san Pablo a los Corintios, los tres autores subrayan que «la competición entre rivales a menudo conduce a la envidia y a los celos. Pablo exhorta, por tanto, a sus discípulos a competir en la caridad».
«Esto exige humildad, reconocer que sólo Dios es el dador de dones y la única condición que nos impide enorgullecernos, convertirnos en narcisistas y pensar sólo en nosotros mismos. Cualquier otra actitud ofusca el fundamento verdadero y único Jesucristo», se lee en el documento.
«Las Iglesias y todos los cristianos están llamados a imitar Cristo en todo, a entrar en el plan de Cristo y seguir sus pasos, a vivir en obediencia perfecta a la voluntad de Dios y, por tanto, a estar unidos con el Padre».
Después de preguntarse si «hemos testimoniado juntos nuestra fe común en la afirmación que somos el pueblo de Dios», los tres autores subrayan que san Pablo nos desafía «a aprender a ser esos «necios» que rechazan la sabiduría humana para acoger la sabiduría de Dios».
«Vivir según la sabiduría de Dios significa aceptar lo que las Iglesias tienen en común, es decir Dios, Jesucristo, el Pantocrátor que une en sí a todos los bautizados», continúa.
La presentación se concluye con la afirmación de que «por amor del Evangelio los cristianos tienen que aprender la “locura” rechazando continuamente el pecado de la división, testimoniando su pertenencia a Cristo, único fundamento sobre el que se apoya la Iglesia».