CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 19 enero 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II bendijo este miércoles una estatua de san Gregorio el Iluminador (o el Armenio), apóstol de Armenia y fundador de la Iglesia armenia, que ha sido colocada en uno de los nichos exteriores de la Basílica de San Pedro del Vaticano.
En la ceremonia, que tuvo lugar mientras el Santo Padre se dirigía a la Sala Pablo VI para participar en la audiencia general, participó el patriarca de Cilicia de los Armenios, Su Beatitud Nerses Bedros XIX, cuya sede se encuentra el Líbano.
Nerses Bedros XIX guía en torno al 10% de los cristianos armenios que viven en su patria y en la diáspora y que están en comunión con Roma.
En torno al 90% de los cristianos armenios obedece al Patriarcado Apostólico Armenio, que se separó de Roma tras el Concilio de Calcedonia (año 451). Un paso decisivo para superar esta división se dio en 1996, cuando el Papa y el anterior patriarca Karekin I firmaron una declaración conjunta que superaba malentendidos sobre la naturaleza de Jesús.
En la ceremonia estaban presentes representantes del Patriarcado Apostólico Armenio y de la República Armenia.
La estatua de san Gregorio el Iluminador ha sido realizada por un artista armenio, ciudadano francés, de origen libanés, Khatchik Kazandjian, quien ganó un concurso convocado por el Vaticano y el Patriarcado Armenio Católico.
La estatua, de 5,64 metros de altura y de 18 toneladas, está realizada en mármol de Carrara, y su costo global ha sido de 250.000 euros.
Con este gesto, el Papa ha querido culminar las celebraciones del 1700 aniversario de la conversión del pueblo armenio a la fe cristiana.
Según cuenta la tradición armenia, san Gregorio, que nació hacia el año 250-252, curó milagrosamente al rey de Armenia, Tiridates III, quien se convirtió al cristianismo junto a su corte, en el año 301, haciendo de Armenia la primera nación cristiana.
Es la primera vez que la estatua de un santo de rito oriental se coloca entre los santos fundadores que rodean el exterior de la Basílica de San Pedro, explicó este miércoles el arcipreste de la Basílica vaticana, el cardenal Francesco Marchisano.
Este gesto «expresa maravillosamente» la «natural variedad de las tradiciones y de los ritos de la Iglesia, que contribuyen a su enriquecimiento espiritual».