KIEV, lunes, 24 enero 2005 (ZENIT.org).- Confirmado Viktor Yuschenko al frente de Ucrania, la Iglesia espera del país que «renazca con una nueva dignidad» y «con un nuevo optimismo»; el desafío del gobierno está ahora también en una nueva forma de diálogo, explica el nuncio apostólico en Kiev, el arzobispo Ivan Jurkovic.
En la ex república socialista soviética de Ucrania la población se echó a las calles pidiendo nuevas elecciones tras la vuelta electoral del pasado 21 de noviembre. Datos oficiales habían proclamado vencedor al entonces primer ministro filo-ruso Víctor Yanukóvich, pero los partidarios de Yúschenko denunciaron los resultados como fruto de un enorme fraude.
Acogiendo los recursos presentados por la oposición, el Tribunal Supremo de Ucrania anuló doce días después de su celebración esta segunda vuelta de las elecciones presidenciales.
La votación entre Yanukóvich y Yúschenko se repitió el 26 de diciembre, y éste último fue proclamado vencedor después de que fueran rechazados los recursos que había presentado su rival en su contra. Yúschenko obtuvo el 51,99% de los votos; mientras que Yanukóvich se quedó en el 44,2%.
«Ucrania ha vivido un período de gran importancia que se podrá juzgar probablemente mejor en una perspectiva histórica», reflexionó el nuncio apostólico en el país, el arzobispo Jurkovic, ante los micrófonos de «Radio Vaticana», la víspera de la toma de posesión de Yúschenko como presidente del país.
Aludiendo a los últimos acontecimientos, el prelado aclaró que, «conociendo Ucrania, que es un país muy complejo, habría sido casi una sorpresa que estas tensiones pudieran determinan una división con graves consecuencias políticas»; «hay que tener siempre presente que Ucrania es un país mucho más compacto de cuanto parezca desde el exterior».
En cuanto a lo que se espera del gobierno del nuevo presidente, el prelado apuntó que «habría que comenzar un nuevo período de vida de Ucrania, con el objetivo de dialogar de manera nueva sobre todo con el vecino ruso, que representa un factor histórico importantísimo, pero también con Occidente y con la Unión Europea, como interlocutor principal».
«Lo que se espera la Iglesia es que el país renazca también con una nueva dignidad, con un nuevo optimismo…», añadió monseñor Jurkovic.
El domingo pasado Viktor Yúschenko tomó posesión de su cargo jurando lealtad a Ucrania en el parlamento con una mano sobre la Constitución ucraniana y la otra en el Evangelio de Peresópnitsa, un manuscrito del siglo XVI.
En la investidura los EE. UU. estuvieron representados por su secretario de Estado saliente, Colin Powell, y la Unión Europea envió a varios de sus altos cargos al acto, en el que estuvieron presentes más de sesenta delegaciones extranjeras.
«Los electores ucranianos lograron unas elecciones honestas (…). Es una gran victoria nacional», dijo Yúschenko después de su investidura, cita «AFP».
Dirigiéndose a los diputados expesó: «Tenemos un único objetivo: una Ucrania próspera y democrática». E invitó a todas las fuerzas políticas a actuar juntas por el bien del país, olvidando la división de los últimos meses.
Más de 300 mil personas le esperaban en la plaza de la Independencia, en la capital. Ante ellas, el nuevo presidente se comprometió a «destruir el sistema de corrupción» del país de unos 48 millones de habitantes, y a defender la «libertad de expresión y la independencia de los medios de comunicación».
Y subrayó: «Nuestro lugar está en la Unión Europea».
La primera visita de Yúschenko al extranjero tiene este lunes como destino Moscú, donde se encontrará con el presidente ruso Vladimir Putin. El Kremlin había apoyado abiertamente al derrotado Viktor Yanukóvich.