«Sólo podemos atravesar la puerta de ecumenismo arrodillados»

Entrevista al padre James Puglisi, ministro general de los Franciscanos del Atonement

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).- El padre James F. Puglisi, director del Centro Pro Unione de Roma, recuerda las palabras de su profesor, el cardenal Yves Congar (1904-1995): «Sólo podemos atravesar la puerta de ecumenismo arrodillados» al explicar el sentido de la Oración por la Unidad de los Cristianos, que concluye este martes.

La fidelidad al Magisterio del Papa también se mide en el compromiso ecuménico proclamado por Juan Pablo II, recuerda en esta entrevista concedida a Zenit el sacerdote, quien es también ministro general de los Hermanos Franciscanos del Atonement.

–¿Hay señales particulares de optimismo que surgen de esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que concluye este martes?

–Puglisi: Sí. Comprobamos que se da más colaboración entre los cristianos debido a la situación mundial en que viven las iglesias Lo que el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, ha llamado un «diálogo de vida» es la respuesta que ofrecen muchos cristianos ante situaciones como el reciente desastre natural en el sudeste de Asia, la situación de los cristianos en Irak, en Tierra Santa o en lugares como Sudán. Se trata de necesidades humanas a las que el Evangelio nos llama a dar testimonio con la caridad. Se ha dado un extraordinario impulso a la caridad, sin tener en cuenta la confesión religiosa.

A nivel teológico debemos admitir que las cosas se están moviendo más despacio y podríamos decir con cautela. Hemos llegado a un punto crítico en nuestras discusiones y diálogos en el que necesitamos detenernos y evaluar los dos puntos de vista, el teórico (los acuerdos teológicos) y el práctico (la manera en que estos acuerdos se hacen realidad en la práctica).

En estos momentos, tenemos que considerar y afrontar lo que se dice en los Hechos de los Apóstoles y que ha sido recogido por el Papa Juan Pablo II en su encíclica «Ut Unum Sint», cuando explica que no deberíamos imponer más que lo exigido por las Escrituras.

Esto exige paciencia, estudio, reflexión y sobre todo oración. El padre Congar siempre nos dijo en su clase que «sólo podemos atravesar la puerta de ecumenismo arrodillados». Inmediatamente viene a la mente la imagen de la puerta de la basílica de San Pablo Extramuros con los tres líderes de iglesias arrodillados y golpeando la puerta, que es imagen de Cristo. Ésta es, de hecho, la razón de ser de la Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos.

–Desde su punto de vista, ¿por qué hay todavía hostilidad contra el ecumenismo?

–Puglisi: La «hostilidad» que nosotros observamos es más que nada miedo. En estos momentos nos encontramos ante un llamamiento a un cambio sistémico, la conversión de iglesias y de sus estructuras, incluso de la Iglesia católica.

Nosotros sabemos que históricamente las estructuras de la Iglesia han evolucionado según las necesidades, en respuesta a las exigencias que el mundo ha planteado a la Iglesia que, bajo la guía del Espíritu Santo, tenía que responder a las necesidades de cada generación. De este modo, la Iglesia cumplió su papel en la sociedad. Por este motivo, la Iglesia también se vio obligada a adoptar las estructuras del mundo secular en que ha vivido.

El Concilio Vaticano II reorienta esto con los cambios que hizo en la constitución dogmática sobre la Iglesia «Lumen Gentium», según la cual, el ministerio (ordenado) se enmarca en el seno de la Iglesia y no por encima de la Iglesia.

Mientras mantengamos una división rígida y una separación (y nosotros podríamos decir incluso una oposición) entre el clero y los laicos, el proceso de secularización continuará progresando rápidamente en un mundo que está cambiando muy rápidamente social y culturalmente. El Evangelio necesita ser transmitido a cada generación, a cada cultura, con los términos y los símbolos que expliquen su mensaje auténtico a cada cultura para la vida del mundo.

–Juan Pablo II es un Papa ecuménico. Pero nosotros no tenemos muchos obispos o creyentes ecuménicos. ¿Por qué?

–Puglisi: Ésta es una pregunta interesante y muy delicada. Podría significar que no ha habido una aceptación real del Concilio Vaticano II y sus implicaciones por obispos o creyentes. Una vez más yo pienso que esto se puede explicar con la diferencia entre la teoría y la práctica. Obviamente, el Papa Juan Pablo II, en continuidad con Juan XXIII y Pablo VI, ha tratado realmente de marcar el paso del compromiso ecuménico de la Iglesia, tal y como fue deseado por los Padres del Concilio Vaticano II.

Lo ha expuesto en la encíclica «Ut Unum Sint» y en cada visita pastoral que ha hecho sin excepción. Para mí es interesante constatar cómo su posición ecuménica es una de las últimas en ser comprendida, mientras que siempre se citan sus declaraciones en cuestiones morales.

Ahora bien, he podido comprobar que desgraciadamente, cuando hay que tomar decisiones económicas, una de las primeras oficinas o figuras que desaparece de las curias diocesanas es la oficina o comisión ecuménica. Otro ejemplo es que la persona que asume este papel tan importante tiene tres otros trabajos o no tiene ningún tipo de preparación o formación para llevar a cabo la tarea confiada.

Supongo que necesitamos preguntarnos cómo vivimos el imperativo ecuménico que está en el corazón de la misión y vida de Jesús, quien rezó con estas palabras: «Que sean una sola cosa» (Juan 17), y las unió íntimamente a la misión de la Iglesia en el mundo al añadir: «para que el mundo pueda creer». ¡La vida del Evangelio depende de esto!

Juan Pablo II lo ha reconocido y se ha comprometido en este camino siguiendo con esfuerzo los pasos del Señor. Preguntémonos si otros lo han hecho también y si no es éste el compromiso que todos los cristianos asumimos con el bautismo. Muchos proclaman su fidelidad al Magisterio de Juan Pablo II, ¿pero lo hacen en todas sus enseñanzas? Es una pregunta sobre la que los católicos tenemos que reflexionar en esta Semana de oración.

–¿Es más fácil la relación con la Ortodoxia en estos momentos?

–Puglisi: No soy un auténtico experto en las relaciones con los ortodoxos. Sólo puedo decir que cuando hablamos de la Ortodoxia generalizamos. Creo que depende de la Ortodoxia de la que usted esté hablando.

Yo creo que se da un cierto progreso en nuestras relaciones con algunos ortodoxos y pasos mucho más importantes con otros. En cierto modo, tenemos que aceptar parte del reproche que nos hacen: en algunos países los obispos no han amonestado a algunos grupos católicos y movimientos que hacen presión a los ortodoxos, tratándolos incluso como si no fueran cristianos, especialmente cuando se habla de la conversión de Rusia (¡país cristiano desde el año 1000!). Se han dado abusos y tenemos que reconocerlos y responsabilizarnos por ellos.

Al mismo tiempo hay casos de colaboración real y de auténtica colaboración cristiana con la Ortodoxia par tratar de recuperarse de los efectos de los regimenes socialistas y comunistas en los que fueron obligados a vivir durante tanto tiempo. A menos que lo hayamos experimentado, creo no es posible hacerse una idea de los efectos devastadores que ha tenido en la cultura, en la psicología de la gente y en sus mecanismos de defensa.

El hecho de que se hayan dado ciertas oposiciones de algunos ortodoxos –en general, líderes religiosos, monjes o clérigos– no significa que todos los ortodoxos de cada país ortodoxo tengan los mismos sentimientos y reacciones hacia los cristianos occidentales y hacia los católicos en particular. Por lo que se refiere a las Iglesias orientales en com
unión con Roma, creo que es mejor que otra persona responda a esta pregunta, porque es un argumento complejo desde el punto de vista teológico, histórico y geográfico, pues estas uniones no ocurrieron por las mismas razones en cada caso y en cada lugar.

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ZENIT Staff

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