CUDAD DEL VATICANO, domingo, 23 enero 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha invitado a rezar «sin cansarse» por la unidad de los cristianos, divididos en diferentes iglesias o confesiones cristianas, y ha alentado a los jóvenes a convertirse en testigos de la plena comunión.
«¡Orad por la plena comunión de los cristianos --afirmó el Papa este domingo hablando en castellano al final del Ángelus--. El mundo espera vuestro testimonio evangélico de unidad!».
El Papa dejó su consigna dirigiéndose a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano en plena Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.
«Invito a las comunidades cristianas a vivir intensamente esta cita anual espiritual, que nos hace experimentar ya desde ahora, en cierto sentido, la alegría de la plena comunión al menos en el deseo y en la invocación común», afirmó.
«Se hace cada vez más clara la conciencia de que la unidad es en primer lugar un don de Dios que hay que implorar sin cansarse en la humildad y en la verdad», añadió.
El Santo Padre pidió a la Virgen María que ayude a los cristianos «a superar todo obstáculo y a obtener cuanto antes este don».
«Exhorto de corazón a todo creyente, en particular a los jóvenes, a prolongar durante todo el año el compromiso ecuménico y a convertirse en todo lugar en instrumentos y testigos de la plena comunión invocada por Cristo en el Cenáculo», reconoció.
La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, como es costumbre, concluirá en Roma el 25 de enero, con la celebración de las Vísperas en la Basílica de San Pablo Extramuros.
«Me uniré espiritualmente a esa liturgia, en la que participarán representantes de otras iglesias y confesiones cristianas, y que será presidida por el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos», anunció el Papa.
Es la tercera vez en ocho días que Juan Pablo II interviene pública y explícitamente para alentar la oración de los cristianos para superar divisiones de siglos.
El miércoles pasado dedicó su intervención en la audiencia general a este argumento, constatando que «el deseo de la unidad está extendiéndose y se profundiza hasta tocar nuevos ambientes y contextos, suscitando fervor de obras, iniciativas, reflexiones».
Juan Pablo II dio un impulso decisivo al «empeño ecuménico» con su encíclica del 25 de mayo de 1995 «Ut Unum Sint».
Para superar uno de los obstáculos en este camino, el reconocimiento del ministerio del obispo de Roma, el Santo Padre invita los responsables de las diferentes comunidades cristianas y a los teólogos «a encontrar una forma de ejercicio del primado que, sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva» (n. 95).
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Jan 23, 2005 00:00