CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 4 diciembre 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI denunció este domingo que la libertad religiosa «está lejos de ser garantizada» por motivos religiosos, ideológicos, políticos o por el relativismo dominante.

El pontífice hizo esta constatación desde la ventana de su estudio al rezar la oración mariana del Ángelus ajunto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.

Su denuncia, como él mismo aclaró, tiene lugar cuarenta años después de la publicación la declaración del Concilio Vaticano II «Dignitatis humanae», consagrada a la libertad religiosa.

Este derecho humano fundamental, aclaró, se fundamenta en «la singular dignidad del hombre que, entre todas las criaturas de esta tierra, es la única capaz de establecer una relación libre y consciente con su Creador».

El Vaticano II, aclaró el obispo de Roma, «reafirma la doctrina tradicional católica, según la cual, el hombre, en cuanto criatura espiritual, puede conocer la verdad y, por tanto, tiene el deber y el derecho de buscarla».

«El Concilio insiste ampliamente en la libertad religiosa, que debe ser garantizada tanto a los individuos como a las comunidades, en el respeto de las legítimas exigencias del orden público», siguió constatando.

Y esta enseñanza conciliar, después de cuarenta años, «sigue siendo de gran actualidad», reconoció. «De hecho la libertad religiosa está lejos de ser garantizada en todas partes».

El Papa no quiso mencionar nombres de países en los que se viola la libertad religiosa. «En algunos casos se niega por motivos religiosos o ideológicos --denunció--; otras veces, aún siendo reconocida de forma escrita, es obstaculizada en la práctica por el poder político o, de forma más solapada, por el predominio cultural del agnosticismo y del relativismo».

El Papa pidió el compromiso de todos «para que todo ser humano pueda realizar plenamente la vocación religiosa que lleva inscrita en su propio ser».

El 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, se celebrará el cuadragésimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II. Con este motivo, Benedicto XVI ha concedido indulgencia plenaria (Zenit, 29 de noviembre de 2005).