KIRKUK, jueves, 2 marzo 2006 (ZENIT.org).- Como gesto de colaboración, católicos iraquíes están realizando una colecta para contribuir económicamente a la reconstrucción de la mezquita de Samarra, revela monseñor Louis Sako, obispo de Kirkuk.
En esa localidad, el 29 de enero, se registraron ataques contra dos iglesias, en los que murieron un niño monaguillo (Fadi Raad Elias, de 13 años) y otros cristianos. Parece que la excusa de estos ataques fueron las protestas por la publicación de viñetas sobre Mahoma en Occidente.
«No estamos ante la guerra civil: sería el final de Irak y nadie lo quiere –asegura el obispo–. Los iraquíes son conscientes de que Sadam Husein abusó de ellos. En particular, su régimen mató a muchos chiíes y este pueblo ahora de venga de las injusticias sufridas hasta hace pocos años».
Según declaraciones del prelado al servicio de información de la Conferencia Episcopal Italiana (SIR), otro objetivo de la violencia de grupos chiíes, que se ha hecho más virulenta tras el atentado contra el mausoleo chií de Samarra, «es el de obtener con la fuerza más puestos en el gobierno».
Monseñor Sako considera que «es necesario estar al lado de nuestros fieles para darles todo el apoyo posible. Trato de alentarles para que no se desanimen –reconoce–. Si alguien quiere que abandonemos el país, demostraremos que no tenemos miedo, que somos fuertes y que estamos profundamente ligados a nuestro país».
Según el obispo «la religión no tiene nada que ver con las masacres» de los últimos días.
Explica que ha visitado «a los jefes islámicos para expresarles mi total solidaridad por la destrucción de la mezquita de Samarra».
«He confirmado una vez más que nosotros, los cristianos, repudiamos los atentados contra el pueblo del Islam, pues consideramos abominable todo delito contra cualquier lugar de culto. En nuestra comunidad estamos recogiendo dinero que devolveremos para la reconstrucción de la mezquita», revela.