CIUDAD DEL VATICANO, martes, 21 marzo 2006 (ZENIT.org).- Teología litúrgica y política, crisis de la liturgia y mistagogía son algunas cuestiones que el carmelita Jesús Castellano, consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha compartido en esta entrevista con Zenit.
Son temas que aborda extensamente en «Liturgia y vida espiritual. Teología, celebración, experiencia», editado hace dos meses por la Biblioteca del Centro de Pastoral Litúrgica de Barcelona.
El padre Castellano es profesor en la Facultad Pontifica Teresianum de Roma y también es consultor en otras congregaciones de la Santa Sede como la de la Doctrina de la FE, el Clero y los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
–¿Es cierto que estamos en un momento de crisis saludable de la liturgia, según se lee en su libro?
–Padre Castellano: Los Padres del Sínodo del mes de octubre pasado se han preocupado mucho por dar de nuevo esplendor y belleza a la liturgia. Uno de los temas más importantes son las proposiciones que hablan de la mistagogía. Una palabra muy bella de la antigüedad cristiana que comprende la iniciación catequética, la digna celebración de los misterios y la asimilación en la vida. Se ha hablado mucho del arte de celebrar. Creo, pues, que una saludable crisis de la liturgia nos tiene que llevar a conocer mejor lo que celebramos, a celebrar de una manera más digna el misterio de Cristo en nuestra vida y de asimilar mejor lo que celebramos, para manifestar en la vida lo que hemos recibido en el sacramento.
–Jesús, ¿era un «liturgo»?
–Padre Castellano: Ciertamente lo era. Así lo llama la Carta a los Hebreos, pero con una connotación muy especial. Jesus hace de toda su vida una liturgia, nos trasmite la palabra y la santificación del Padre, con todas sus obras de amor hacia los hombres y lleva hasta el Padre con su oración, su oblación y su obediencia el culto de amor.
Por eso el misterio pascual – desde la Cena hasta la Cruz y la Resurrección es el culmen de la liturgia de Cristo, de su vida vivida como una liturgia agradable al Padre y perfectamente santificadora. Este es el sacerdocio y el culto de Cristo.
La liturgia cristiana es el memorial, la celebración ritual, con palabras, gestos, oraciones, de la vida de Jesús, de sus misterios, y de modo particular de su misterio pascual.
La liturgia cristiana es la celebración de la misma vida de Cristo, de los signos sacramentos que nos ha dejado, de los misterios que ha vivido y ahora nos ofrece para que los vivamos.
–Usted alude a una «liturgia viva». ¿Cree que en algunos casos la liturgia no está suficientemente viva?
–Padre Castellano: Una liturgia viva, tal como yo la veo y trato de celebrar es una liturgia en la que damos en primer lugar un valor primordial a la viva de fe, esperanza y amor, compartidos. Es la liturgia que tiene una vitalidad en el Espíritu Santo, ante la presencia de Cristo, en comunión con el Padre, en una conciencia de celebrar con toda la Iglesia, en la comuniòn de los santos.
A partir de esta condición indispensable, la liturgia viva es la que valora la palabra, los gestos, la oración, los gestos, todo el mundo simbólico del culto cristiano, en una armonía de ortodoxia y ortopraxis de los textos y ritos que nos propone la Iglesia, con una dignidad y belleza capaces de evangelizar al mundo de hoy, que todavía puede saborear la belleza de Dios y recuperar el sentido del misterio que lo envuelve.
–El Papa Benedicto XVI de pequeño saboreaba la liturgia con los misales alemanes y se interesó por el movimiento litúrgico. ¿En qué consistía este movimiento?
–Padre Castellano: El movimiento litúrgico en Alemania fue todo un resurgir de iniciativas para conocer mejor y celebrar de una forma más consciente la liturgia de la Iglesia, favorecer la participación de los fieles y recuperar los tesoros de la Iglesia de los primeros siglos.
Aunque hubo alguna exageración, el movimiento litúrgico fue muy positivo en el ámbito litúrgico y pastoral y dio un nuevo impulso a una vida cristiana más centrada en la Biblia, en el misterio pascual de Cristo, en la iniciación cristiana, en la recuperación de los tiempos litúrgicos. Un maestro del pensamiento de Ratzinger en liturgia fue Romano Guardini.
–¿Cómo están relacionadas liturgia y política?
–Padre Castellano: Hay que entender bien lo que es política. Si se entiende, como lo hace el Papa en su ultima encíclica, como una dimensión de la caridad, que influye en la vida de la sociedad para hacerla según las exigencias del Reino de los cielos, si dilata en el amor la dignidad de todos los hijos de Dios, si es el compromiso de un mundo nuevo, según la voluntad del Padre y la doctrina del Evangelio, entonces la liturgia lleva como consecuencia a una «caridad política», como la llamó Pío XI. En mi libro cito una famosa frase de San Juan Crisóstomo que invitaba a vivir la caridad que viene de la Eucaristía: vivir la caridad con los hermanos «para que la tierra se convierta en cielo». No es utopía pensar que el Reino de Dios empieza en esta tierra cuando, se vive en la experiencia cotidiana lo que se celebra en la liturgia.