Siguiendo el ejemplo de Cristo, «la disponibilidad total y generosa para servir a los demás es el signo distintivo de quien, en la Iglesia, es constituido como autoridad», dijo en la homilía.

De hecho, recordó, «el primer "siervo de los siervos de Dios"», es Jesús. «Tras Él y unidos a Él, los apóstoles; y entre éstos, de manera especial, Pedro, a quien el Señor confío la responsabilidad de guiar su rebaño».

«La tarea del Papa consiste en ser el primer servidor de todos», recalcó al comentar el título de «servidor de los siervos de Dios» que tanto gustaba a uno de los Papas que han dejado un mayor impacto en la historia, san Gregorio Magno (590-604).

Sus palabras sirvieron de comentario al pasaje evangélico de san Marcos en el que Cristo afirma: «el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor; y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos» (10,43-44).

Dirigiéndose a los neocardenales, el Papa les dijo que «al quedar unidos más de cerca al sucesor de Pedro, estaréis llamados a colaborar con él en el cumplimiento de su peculiar servicio eclesial, y esto os exigirá una participación más intensa en el misterio de la Cruz, compartiendo los sufrimientos de Cristo».

«Y todos nosotros somos hoy testigos de sus sufrimientos, en el mundo y también en su Iglesia», afirmó.

De los nuevos cardenales, tres colaboran con el Papa en la Curia romana, mientras que nueve son pastores de diócesis del mundo. Otros tres ya han cumplido 80 años, de modo que su nombramiento constituye un reconocimiento público por parte del pontífice a su servicio a la Iglesia.