Dolor del Papa por la muerte de la reina maorí

CIUDAD DEL VATICANO/WELLINGTON, martes, 22 agosto 2006 (ZENIT.org).- Con dolor ha recibido Benedicto XVI la noticia del fallecimiento de Te Arikinui –la reina maorí– Dame Te Atairangi Kaahu, haciendo llegar a sus familiares y a su pueblo su pésame.

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En un telegrama, el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado del Vaticano, se hace portavoz de los sentimientos del Papa, quien asegura a los seres queridos de la difunta soberana su oración en este duelo nacional.

«El Santo Padre encomienda a Dame Te Atairangikaahu al amor misericordioso del Todopoderoso e invoca sobre el país el don divino del consuelo y de la paz», dice la misiva, difundida este martes por la Conferencia Episcopal de Nueva Zelanda (www.cathcom.org.nz).

Te Arikinui, reina de los maoríes, la población indígena neozelandesa, falleció el martes pasado a la edad de 75 años por insuficiencia renal.

El episcopado católico del país confirmó que, a los dos días, el vicario general de la diócesis de Hamilton, monseñor David Bennett, junto a otros representantes eclesiales, tuvieron oportunidad de presentar sus respetos a Te Arikinui Dame Te Atairangi Kaahu en Turangawaewae, a la espera de la llegada –desde Australia- del presidente de la Conferencia Episcopal de Nueva Zelanda y obispo de Hamilton, monseñor Denis George Browne.

En su ausencia, monseñor Bennett, en representación del episcopado católico neozelandés y en particular de los católicos maoríes y de la diócesis de Hamilton, expresó su dolor a la familia de Dame Te Ata.

«Muchos han dado testimonio de sus cualidades de liderazgo», afirmó sobre la fallecida, recalcando sus cualidades, tales como la sinceridad, la humildad y la amabilidad.

Igualmente monseñor Bennett se refirió al cálido y amistoso trato entre Te Arikinui y el primer obispo católico maorí, monseñor Max Takuira Matthew Mariu –auxiliar de Hamilton-, fallecido el pasado diciembre a los 53 años de edad.

También en su visita a Nueva Zelanda, Juan Pablo II había mantenido un cordial encuentro con la reina maorí.

Recordando la relación con la Iglesia, el vicario general de Hamilton aludió igualmente al momento de la toma de posesión de monseñor Edward Gaines, en 1981, como primer obispo de la citada diócesis, y al obsequio que le hizo Te Arikinui de un báculo grabado.

Volvió a hacer tal regalo cuando tomó posesión de su sede el segundo obispo de Hamilton, monseñor Denis Browne. «Este báculo siempre lo ha utilizado el obispo en nuestra iglesia catedral», subrayó.

«El hecho de que gente de distintas culturas y orígenes vengan en gran número a Turangawaewae a rendir homenaje» a la reina maorí fallecida «muestra la forma en que Dame Te Ata acercó pueblos y culturas», observó monseñor Bennett.

El nuevo rey maorí es el hijo de Te Arikinui Dame Te Atairangi Kaahu. El lunes se hizo eco «Radio Vaticana» de que Tuheitia Paki, de 51 años, asumió su función, según la tradición, a la vez que su madre recibía sepultura en la montaña Taupiri, donde descansan todos los reyes maoríes.

Miles de fieles presenciaron la ceremonia, a la que también acudió la primera ministra neozelandesa y numerosos representantes del gobierno y de otros países del Pacífico.

El nuevo soberano tendrá la tarea de continuar la herencia materna, que mantuvo unidas a las diferentes tribus maoríes y alcanzó importantes resultados en materia de derechos territoriales y políticos para su pueblo, comenta la emisora pontificia.

Tuheitia Paki es el séptimo rey desde que, en 1858, se instituyó la monarquía indígena neozelandesa para contrarrestar la colonización de los territorios.

Cerca de medio millón de los más de 4 millones de neozelandeses son católicos; más del 40% de la población pertenece a otras confesiones cristianas.

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ZENIT Staff

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