R. D. Congo: Implicación, no miedo, reclaman los prelados a la población en las elecciones

El 29 de octubre, segunda vuelta para decidir quién presidirá el país

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KINSHASA/CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 22 octubre 2006 (ZENIT.org).- Abstenerse de violencia, de miedos, e implicarse con responsabilidad civil por un desarrollo pacífico y legítimo de las elecciones presidenciales: es la exhortación de los obispos de la República Democrática del Congo a la población del país.

Se hace altavoz del llamamiento de los prelados la confederación mundial de «Caritas» (Caritas Internationalis, CI), difundiendo su mensaje con vistas a la proximidad de la convocatoria a las urnas: el 29 de octubre.

Es la segunda vuelta para decidir quién será el presidente de la nación africana. En la primera votación Joseph Kabila –presidente interino- obtuvo el 45% de las papeletas, mientras que el vicepresidente interino, Jean-Pierre Bemba, logró el 20% (ambas proporciones en términos aproximados). Ninguno, por lo tanto, alcanzó el 50% necesario para gobernar el país.

La Conferencia Congoleña Nacional de los Obispos (CENCO) «invita a la comunidad nacional e internacional, mientras aún hay tiempo, de rechazar el mal para que las elecciones permitan el paso a un futuro mejor, porque el Congo está en peligro», dice su declaración fechada el 5 de octubre.

El texto condena la violencia que estalló en la capital, Kinshasa, donde –apunta CI- fuerzas armadas de ambos candidatos chocaron al poco de conocerse los resultados preliminares de la primera vuelta. Murieron treinta personas.

Fruto de tales eventos fue muerte y destrucción, pero también «pánico y gran preocupación por la normal terminación del proceso electoral», y ha sembrado «una grave semilla de duda acerca de la voluntad de quienes están en el poder de acabar con la lógica de la fuerza de las armas a fin de participar en la lógica de la democracia», advierte el episcopado.

«Nuestro pueblo ha mostrado con claridad que rechaza la guerra, porque ya ha sufrido demasiada violencia. Que nadie devuelva la guerra a este país», exhortan.

Para la CENCO además es clave pedir cuentas a los responsables de los violentos estallidos en este importante y frágil período electoral, a fin de que el miedo y la intimidación no influyan en la votación.

Y es «de la mayor importancia sacar a la luz las causas de esta violencia si queremos garantizar la credibilidad y la posibilidad de un resultado satisfactorio de la votación del 29 de octubre», añaden.

Consideran que los dos candidatos «deben mostrar su compromiso a librarse de las milicias armadas que amenazan con hacerse con la población como rehén». «Sin esta prueba -advierten- se teme que la población no participe en una votación que podría volver a sumirla en la violencia».

A la población congoleña el episcopado católico le pide que se involucre y controle el proceso político para asegurar el futuro de su país, dando un salto de confianza para afrontar sus miedos a exclusión, abuso o represalias que han caracterizado el Congo en el pasado.

Por eso los obispos llaman a los ciudadanos a ser valientes mostrando unidad nacional, en lugar de sucumbir a las fuerzas que explotan las rivalidades étnicas.

La Conferencia Episcopal Congoleña también añade su denuncia del caso omiso de los medios internacionales al hecho de que los vastos recursos minerales del país siguen sufriendo el saqueo de potencias externas, atizando conflictos que continúan acabando con vidas.

Bruno Miteyo, subdirector de «Caritas Développment Congo» -brazo humanitario del episcopado del país- comenta: «Sabemos que el proceso electoral aún es imperfecto, pedimos cierta paciencia además de la participación por parte del pueblo congoleño».

«Nos damos cuenta de que hubo irregularidades en la primera vuelta de las votaciones, pero con tiempo y dedicación el proceso se pondrá a punto. Estas no son razones para hacer descarrilar todo el proceso», concluye.

Se calcula que en la República Democrática del Congo murieron más de cuatro millones de personas, la mayoría de hambre y enfermedad, a causa del estallido de la guerra en la región de 1998 a 2003.

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ZENIT Staff

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