Una nota publicada por la Oficina de Prensa del Vaticano explica que, «considerando que en ocasiones precedentes han sido ofendidos sistemáticamente los valores religiosos, la Santa Sede alimenta la esperanza de que la cuestión sea reconsiderada».
El comunicado «expresa profunda desaprobación por esta iniciativa pues constituye una grave afrenta a los sentimientos de millones de creyentes judíos, musulmanes y cristianos, que reconocen el particular carácter sagrado de la ciudad de Jerusalén y piden que se respete su convicción».
Exponentes judíos y musulmanes se han expresado en contra de esta manifestación. El gran rabino sefardí de Israel, Shlomo Amar, había enviado una carta a Benedicto XVI para pedirle un gesto de estas características.
La nota recuerda la enseñanza del Catecismo de la Iglesia Católica en el número 2358, en el que se pide evitar «todo signo de discriminación injusta» para las personas homosexuales. «Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición».
La Nunciatura Apostólica envió el 8 de noviembre una nota con un mensaje análogo, dirigida al Ministerio de Asuntos Exteriores del Estado de Israel, en la que recuerda la Declaración Conjunta del Comité conformado por la Santa Sede y el Gran Rabinato de Israel, publicada en octubre de 2004.
Aquella nota decía: «Jerusalén tiene un carácter sagrado para todos los hijos de Abraham. Pedimos a todas las autoridades que respeten este carácter y que eviten manifestaciones inmodestas así como todas las acciones que ofenden las sensibilidades de las comunidades religiosas que residen en Jerusalén y que la llevan en el corazón».
