CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 10 noviembre 2006 (ZENIT.org).- La secularización de la sociedad puede convertirse para la Iglesia en un «desafío providencial» para profundizar y reforzar la propia fe, afirma Benedicto XVI.
Así lo explicó este viernes al recibir en audiencia al primer grupo de obispos alemanes, con quienes se había encontrado en días pasados en encuentros personales, con motivo de la quinquenal visita «ad limina Apostolorum».
En su discurso, el Papa describió a grandes rasgos la situación de la República Federal Alemana que, desde su punto de vista, «comparte con todo el mundo occidental la situación de una cultura caracterizada por la secularización, en la que Dios tiende a desaparecer cada vez más de la conciencia pública, el carácter singular de la persona de Cristo se desvanece y los valores que han sido forjados por la tradición de la Iglesia pierden su eficacia».
«Muchos se ven afectados por el desaliento y la resignación, actitudes que obstaculizan el testimonio del mensaje liberador y salvífico del Evangelio de Cristo».
De este modo, constató, muchos se preguntan si el cristianismo no es más que «una propuesta de sentido» entre las otras muchas que ya existen.
«Sin embargo –precisó–, al mismo tiempo, muchos ante la fragilidad y el carácter efímero de la mayor parte de estas propuestas se voltean con una mirada interrogante y lleno de esperanza al mensaje cristiano y esperan de nosotros respuestas convincentes».
«Creo que la Iglesia en Alemania tiene que reconocer, en una situación tan claramente definida, un desafío providencial y afrontarlo con valentía», añadió.
«Los cristianos no tenemos que tener miedo de la confrontación espiritual con una sociedad que tras las superioridad intelectual que ostenta esconde indecisión ante las cuestiones sobre el sentido último de la vida», subrayó.
De hecho, aseguró, «las respuestas que la Iglesia saca del Evangelio del “Logos” que se hizo hombre han demostrado su exactitud en las batallas intelectuales a lo largo de dos milenio; tienen un valor permanente».
«Reforzados por esta conciencia podemos presentar con confianza propuestas y respuestas a quienes nos piden razones de nuestra esperanza», afirmó.
«Esto se aplica también a nuestras relaciones con los miembros de otras religiones, sobre todo con los numerosos musulmanes que viven en Alemania, y a quienes nos dirigimos con respeto y benevolencia», continuó.
«Precisamente ellos, que en su mayoría se atienen a las convicciones y a los ritos religiosos con gran seriedad, tienen derecho a nuestro humilde y firme testimonio de Jesucristo», aseguró.
Sin embargo, añadió, «para ofrecer este testimonio con la fuerza de la convicción, se necesitan claramente esfuerzos más concretos».
Por este motivo, «en las zonas en las que la población musulmana es más numerosa, deberíamos poner a disposición católicos que sirvan de punto de contacto, que cuenten con el conocimiento lingüístico y de historia de las religiones necesario para poder dialogar con los musulmanes».
«Un diálogo así requiere claramente ante todo un sólido conocimiento de la propia fe católica», aseguró.
